Puerto de Palos

EL ARQUITECTO DE LAS OPORTUNIDADES PERDIDAS...

( CRITICA Y VALORACION DE UN CABALLERO )


Don Fernando Belaunde y el APRA : Una difícil relación.

En estas dramáticas horas finales en que se apaga una existencia
intensa, soñadora y polémica, nos permitimos hacer una valoración de la
figura política del Arq. Fernando Belaunde Terry. He intentarlo desde la
perspectiva de los adversarios, que necesariamente debe ser crítica, porque
Belaunde posíblemente deje un recuerdo de demócrata a carta cabal, algo que
no fue tan real si observamos su comportamiento en la crisis de 1962. Y
también hacerlo, porque el arquitecto forma parte de la generación posterior
a la del centenario cuyo protagonismo en la vida política nacional está
fuera de toda duda. Y en estos momentos, cuando por designo vital esa
generación llega al ocaso, es necesario valorar las señales y actos que nos
dejan. De alguna manera las grandes ideas de los años veinte y treinta,
inspiraron a favor o en contra los proyectos políticos posteriores al gran
fracaso nacional de 1948, y Belaunde ingresó por mérito propio a formar
parte de los actores políticos de ese período.

El gran adversario del APRA, no siempre lo fue. Su participación
como independiente en el Frente Democrático Nacional en 1945 lo convirtió en
un colaborador estrecho de la Célula Parlamentaria Aprista. Esto es algo que
sus panegiristas ocultan. Sus aportes como diputado se orientaron al tema
urbanístico y en sus propuestas incluso insulsas, siempre contó con el apoyo
de Fernando León de Vivero. En las páginas de los diarios de debate de la
época, aparecen sus solicitudes para dignificar la carrera de arquitectura,
algo que consideró de suma importancia. Ello empero no fue lo relevante, su
actuación fué más bien discreta, pero esa crispada etapa republicana fue su
mejor laboratorio de análisis y experiencia política. Conoció la fuerza del
Aprismo, pero también sus debilidades. Apreció como la oligarquía, sin
culpas ni complejos cambiaba rápidamente la democracia por la dictadura y
descubrió la fuerza política del antiaprismo.

El joven arquitecto y diputado no se sumó a la huelga parlamentaria
de 1947 auspiciada por la derecha y el comunismo. Se mantuvo leal al FDN y
concurrió a las sesiones. Esa " huelga" bloqueó el funcionamiento del
congreso y socabó la legitimidad y legalidad del sistema democrático. El
ausentismo planificado y adrede de diputados y senadores fue un
acontecimiento de primera magnitud en la historia parlamentaria de América
Latina ahora olvidada, y es un antecedente histórico de lo que hizo la
Democracia Cristiana al gobierno de la Unidad Popular en Chile : Desconocer
la legalidad del gobierno democrático por medios parlamentarios.

Cuenta el maestro Luis Alberto Sánchez en sus memorias que Acción
Popular se organizó imitando en todo al APRA, en su organización, símbolos,
discurso y hasta en las ideas.
Hay una exageración en esto. El Frente de
Juventudes y Don Fernando encontraron un espacio político y social
disponible en los años cincuenta. La fundación de Acción Popular, llena ese
espacio producto de la  fuerte migración campo-ciudad, articula nuevos
actores sociales en proceso de modernización y a  una nueva clase media con
espectativas desarrollistas, cansada de la clandestinidad eterna del APRA y
su irresoluble conflicto con el estado oligárquico.

Acción Popular no tuvo que enfrentarse a los obstáculos y
oposiciones institucionales a los cuales tuvieron que enfrentarse el APRA y
Haya de la Torre, el nuevo partido no padeció persecución, veto, fraude,
odio. El arquitecto enfrentó a la dictadura de Odría cuando esta ya estaba
débil y en proceso de descomposición, pero tuvo el olfato e inteligencia
políticas suficientes para percatarse que el APRA ya no podía articularse en
la nueva estructura de clases sociales que surgía tras la dictadura. Los
líderes apristas, divididos y hasta enfrentados por la experiencia fallida
del gobierno de Bustamante, en el exilio, la cárcel o la clandestinidad no
supieron hacer una lectura realista del fenómeno. Con Acción Popular surge
el populismo de base migrante, regionalista, de querencias indígenas,
desarrollista-cepalino, fuertemente movilizador de las espectativas y con
horizonte de futuro, pero sobre todo, con la capacidad de neutralizar las
oposiciones oligárquicas.

El período de la convivencia abona en favor del crecimiento y
consolidación de Acción Popular y su líder. Mientras el partido aprista
aprovechaba la convivencia para reorganizarse, darle un respiro a sus
cuadros luego de la feroz dictadura antiaprista de Odría,
institucionalizarse y prepararse para el relevo gracias a una política de
cooperación que tendrá como mayor costo la disidencia de su ala izquierda,
Belaúnde construye un frente social opositor antioligárquico y comienza a
instrumentalizar a su favor el antiaprismo superstite de la oligarquía y el
naciente antiaprismo de base popular.             

El uso del gesto político, la capacidad para dramatizar los reveses,
su indudable carisma y su sencilla y eficaz comunicación con  los sectores
populares lo convierten en un rival de cuidado, en un adversario capaz de
disputarle al APRA sus bases sociales tradicionales. Durante la convivencia
el error político de la dirigencia aprista fue no percatarse que el fenómeno
belaundista era sólido y que ocupaba el espacio que el APRA dejaba vacante
con su apoyo al gobierno del versallezco Manuel Prado.

La crisis política de 1962 mostró  una sorprendente y audaz faceta
del arquitecto. Su capacidad para manipular la coyuntura en contra del APRA
y a favor suyo. Su renuencia a aceptar el triunfo de Haya de la Torre, sus
injustificadas denuncias de fraude para deslegitimar la elección y favorecer
una salida anticonstitucional y finalmente el veto de las FFAA contra Víctor
Raúl, son acontecimientos que rompen a su favor las correlaciones de fuerza.
Un error táctico de Víctor Raúl, de ceder al ex dictador Odría la
presidencia de la república, gesto simbólico, conciliador pero inútil frente
al golpismo en marcha, posicionó al arquitecto como el líder de la
democratización y el cambio.

El golpe de estado contra Prado y el acceso al poder de una junta
militar pro belaundista que organizará las elecciones, con un partido
aprista duramente golpeado por la anulación de las elecciones y la caída de
un régimen por el cual apostó como fuerza de relevo, llevará al poder al
arquitecto en las elecciones de 1963. Su movimiento puso lo suyo, pero los
acontecimientos políticos definieron al igual que las rápidas alianzas la
inestable correlación de fuerzas políticas.
Ese año también se cayó un mito
: el de la invencibilidad del APRA.

El arquitecto derrotará nuevamente al APRA en 1980, pero el partido
aprista en sus dos períodos le hará una oposición sólida, crítica, fuerte.
El belaundismo no podrá neutralizar la oposición del PAP. Es curioso,
Belaunde le ganó al APRA en dos ocasiones, pero el PAP derrotó al
belaundismo en el gobierno, liderando la oposición y evidenciando las
limitaciones del proyecto de Acción Popular.     


LA MODERNIZACION SIN CAMBIO

Al inicio del primer gobierno belaundista América Latina estaba
inmersa en pleno desarrollismo cepalino. Rápidamente el gobierno del
arquitecto tuvo recursos frescos a través de la banca de  desarrollo
internacional para realizar grandes inversiones que apuntaban a construir la
infraestructura urbanística y vial para extender e integrar el mercado
interno, profundizar la industrialización sustitutiva, y comunicar al país
acercando sus regiones y desarrollando la democracia política. El
Belaundismo expresó una marcada ansia de desarrollo y de progreso bajo la
modernización capitalista.

Sin embargo, no podían convivir estructuras feudales de la tenencia
de la tierra, órdenes oligárquicos y excluyentes en las relaciones sociales
e impedimientos institucionales, con un impulso modernizador
capitalista-desarrollista. Esta contradicción es lo que producirá primero la
ruptura de las alianzas políticas del primer belaundismo a exepción del PPC,
y luego la acumulación de demandas insatisfechas que producirán
movilizaciones y agitaciones campesinas y urbano populares. El APRA en
alianza con el odriísmo llevará a cabo una oposición dura más bien centrada
en el respeto de las prerrogativas parlamentarias antes que impulsar algunas
de las reformas demandadas por la nación popular.

El APRA en ese sentido, hizo respetar los fueros parlamentarios en
un país presidencialista. Era una forma política de institucionalizar el
sistema político, pero su alianza con el odriísmo neutralizó al APRA en el
necesario empuje a las reformas económicas y sociales más demandadas en los
años sesenta, la principal de ellas la reforma agraria. Tal vez el partido
aprista debió plantear alianzas estratégicas con el belaundismo y el
odriísmo indistintamente y según el carácter de los proyectos, antes que
limitarse en una sóla alianza con un partido que objetivamente defendía al
latifundismo oligárquico, pese a su base urbano-popular,como era el
odriísmo. Este error estratégico de los líderes apristas de la época parece
alimentado con la creencia que el poder caería como una fruta madura en 1969
cuando se convocaran elecciones presidenciales. Entonces el belaundismo
sería arrasado y una nueva correlación de fuerzas permitirían un gobierno
aprista reformista y antioligárquico.

El primer belaundismo con su impulso modernizador y de progreso
capitalista sería muy bien retratado en la obra de teatro Caballococha, que
durante varios años interpretaría magistralmente el actor Luis Alvarez. La
historia trata de una explotación minera andina y de la enorme voluntad de
progreso de sus protagonistas que a base de voluntad, trabajo y uso de la
tecnología sacan adelante la mina, pese a las adversidades naturales o
sociales. La obra muestra toda la esperanza que el desarrollo capitalista
genera en las clases productoras que se identifican con el belaundismo. En
oposición, Redoble por Rancas de Manuel Scorza nos mostrará más bien el
fracaso modernizador de los enclaves en la sierra andina y la dinámica
explotadora y excluyente del capitalismo imperialista.

El  ignorar que la modernización no sólo es un proceso económico
voluntarista y centrado en las infraestructuras, sinó fundamentalmente un
proceso de transformación social, llevará al belaundismo a una crisis
sistémica permanente durante todo su primer gobierno. No podían convivir
impulsos desarrollistas modernizadores con estructuras oligárquicas
antimodernizadoras. Sólo una gran alianza entre el APRA y Acción Popular
para erradicar el latifundismo y disolver los órdenes oligárquicos pudo
haber salvado a la democracia como sistema político en los años sesenta.
Pero la complicidad de Acción Popular con el golpe de estado de 1962 canceló
cualquier posibilidad de entendimiento.

¿ Porqué Belaunde y Haya de la Torre no se entendieron después ? ¿
No fue una gran oportunidad perdida que ambos líderes acordaran un programa
de gobierno mínimo, fuerte y de gran consenso político orientado a sepultar
el estado oligárquico y cambiar la estructura agraria ? El trato entre ambos
después de 1963 fue cordial pero distante. Temperamentos distintos que no
lograron enhebrarse. Stefan Zweig el gran biografo de los momentos estelares
de la humanidad no cree que sean consideraciones de orden categorial las que
llevan necesariamente a unos líderes a actuar de una manera y a otros de
manera distinta.Ortega y Gasset habla de las circunstancias que va creando
el desarrollo histórico en el individuo, pero Zweig cree en el papel de los
líderes, en el talento, en la inteligencia, pero también en sus pasiones,
sus desencuentros y hasta sus miserias.

Luis Alberto Sanchez cuenta aquella anécdota cuando en las horas
posteriores al veto militar contra Víctor Raúl, éste se encuentra con
Belaunde para dialogar sobre la situación de crisis, y como al saludarse
ambos líderes, el arquitecto exclama una de sus conocidas frases retóricas,
" Aquí estamos como dos gladiadores romanos dispuestos a la lucha...".
Víctor Raúl hondamente afectado por el momento político, le dio un corte y
le espetó " Mire Fernando, yo he venido a conversar sobre esta situación
dificil y arriesgada no a torneos de oratoria ...a propósito ¿ Como está su
papá, Don Rafael ? ". En pocas palabras Haya puso en su sitio a Belaunde y
neutralizó la intención del arquitecto de desdramatizar la situación creada.
Cuando Fernando Belaunde llevaba una vida feliz y despreocupada en el
extranjero, Víctor Raúl combatía a la dictadura de Leguía, y coincidía en
ello con Rafael Belaunde, padre de Fernando Belaunde.
Haya hacía prevalecer
sus largos años en la política.               

Durante este período el arquitecto Fernando Belaúnde también exhibió
serias limitaciones personales. Como candidato tuvo sonados éxitos y
triunfos, pero como estadista se llenó de fracasos. Al respecto es bueno
recordar lo escrito sobre Belaunde hace varios años por el sociólogo francés
y connotado peruanista  Francois Bourricaud :

" La evocación de las tareas muy generales que él propone con mucha
prudencia pueden provocar entusiasmo o escepticismo. Pero él no ataca de
frente ningún interés, no choca ninguna convicción. En el fondo Belaunde
toma la posición según la cual, el proceso de movilización puede, si es
adecuadamente controlado, conducir si no a una inclusión total e inmediata
por lo menos a una recuperación en la comunidad política de los marginales y
los recién llegados, sin que las categorías dirigentes tengan que sufrir una
destitución, aún si algunas de éstas deben consentir  ciertos sacrificios "
( Las reglas de una situación de anomia : El caso peruano. Revista de
sociología del trabajo, año 9, tercer trimestre, Paris, 1967 )

Su procedencia de clase tiene que ver con esta tendencia a la
neutralidad en la colisión de intereses sociales, aún a costa de lo que su
propio partido populista exigía. Belaunde provenía de una acomodada familia
vinculada al poder político arequipeño, tenía magníficas relaciones con el
mundo de la oligarquía antiaprista y a través de su secretaria personal y
gran colaboradora, Violeta Correa logró crear vínculos con la burguesía
limeña de cuño liberal.    

Es el estilo político de Don Fernando lo que llevará a los gobiernos
de Acción Popular al fracaso. No cambiar sus alianzas, no asumir la
necesidad de confrontar intereses inmovilistas, otorgar una infinita
confianza a la modernización, a una suerte de neutralidad clasista y
creencia que la colonización de la selva amazónica resolvía los problemas
agrarios básicos, ignorar el sentido de lo popular como construcción de un
nuevo orden con poder político, centrar todo su esfuerzo en la construción
de infraestructuras mientras el país migrante y popular le reclamaba cambios
más profundos, todo ello fue minando su legitimidad. Su estilo de gobierno
descrito por Bourricaud fue su peor enemigo. Los belaundistas tratarán de
defenderse imputando al APRA y a su oposición parlamentaria el fracaso de su
primer gobierno, crítica que hará crecer dentro del belaundismo un
sentimiento antiaprista sumamente visceral.

El arquitecto estudió en EEUU cuando el presidente F.D. Roosevelt
bajo la égida del keynesianismo y el New Deal sacaba a los EEUU de la
depresión con grandes inversiones en infraestructura, carreteras, represas,
urbanizaciones. Esta inclinación por la construcción será la impronta de sus
gobiernos. La infraestructura y grandes inversiones públicas en agua,
energía, en educación y salud será la mejor herencia del belaundismo. Sus
obras empero fueron insuficientes para un país en crecimiento, auténticos
granos de arena destinados a perderse en el inmenso mar de las necesidades.
Mucha de esta obra fue privatizada con el fujimorismo, algo a lo cual se
opuso el arquitecto con vehemencia durante los años noventa.

Si hay alguna frase que pueda sintetizar al belaundismo en sus dos
gobiernos, es el de la modernización sin cambio, limitada, recortada,
vaciada de contenido.

El belaundismo en ese sentido fue populista, tuvo una retórica de
inclusión pero en realidad fue excluyente.El arquitecto quiso asemejarce a
Frei en Chile, a Galo Plaza en Ecuador, a Goulart en Brasil, admirador de
Charles de Gaulle copiará de éste el sentido de grandeza y el convencimiento
de ser un predestinado de la historia.
Cuando el gran presidente de la V
República Francesa visitó Lima, Belaunde tuvo uno de sus mejores momentos de
gloria.

Ideológicamente, Belaunde diseñó una doctrina sintetizada en
célebres frases como " La Conquista del Perú por los Peruanos "; " El Perú
como doctrina "; " Peruanicemos el Perú ". Buscó sus raíces ideológicas en
las tradiciones andinas indígenas y campesinas, en el desarrollismo
económico, en la acción del estado y en lo que ahora se llama sociedad
civil. Planteaba que Acción Popular se inspiraba en la sabiduría popular del
pueblo peruano y reconocía a las regiones, comunidades y provincias como los
actores del desarrollo nacional.

Sin embargo fue el filósofo Francisco Miro Quesada el organizador de
la ideología populista, la que se discutía en sus congresos. Y el
pensamiento de Miro Quesada fue más audaz que el pensamiento del propio
Belaunde. Pues el ilustre filósofo trató con mediana fortuna de compaginar
conceptos como revolución, humanismo, sociedad sin clases, antimperialismo
con los enunciados belaundistas de " Economía mestiza ", " Cooperación
popular ", " Culto al trabajo ". " Sociedad solidaria ". Años después
Francisco Miro Quesada abandonaría Acción Popular, pero su pensamiento
político fue un serio referente para dicho partido. De alguna manera el
discurso de Miro Quesada expresaba a la izquierda que se sumó al belaundismo
sin renunciar a los categorías del cambio social. En ese sentido, los
izquierdistas del primer belaundismo fueron más coherentes que los
izquierdistas que ahora arropan al presidente Toledo.

Tradicionalismo, indigenismo, comunitarismo, voluntarismo,
nacionalismo, desarrollismo y populismo son los vectores de la doctrina
belaundista que el arquitecto trató de resucitar en los años ochenta pero no
fue posíble pues su gobierno fue prácticamente secuestrado por el ulloísmo
tecnocrático, financiero y liberal.


LA INDEFINICION COMO ESTILO DE GOBIERNO.


El primer gobierno del arquitecto se vino abajo con el escándalo de
la página once. Los contratos petroleros con la International Petroleum
Company tenían un anexo numerado como " página once " que sencillamente
desapareció. Esto fue denunciado por un alto funcionario del gobierno
belaundista y provocó la enésima crisis de un gobierno que había dilapidado
su legitimidad popular.
Hasta ahora no se sabe que pasó con esa página. Al
regresar del exilio el arquitecto declaró que no sabía si existió o nó.
Es
uno de los misterios de la política peruana. Esta actitud de Belaunde de "
no saber " que ocurría, de " no estar informado ",  de ser responsabilidad "
de otros " los problemas y conflictos más agudos, es uno de los aspectos más
criticables de su carrera pública. Esa audacia para lavarse las manos en los
problemas más calientes, paradógicamente forjará su leyenda de caballero y
hombre honesto.   

El velasquismo trató muy duramente al belaundismo, el exilio, la
persecución y la difamación contra el arquitecto adquirieron ribetes
descomunales. Según los cronistas que han relatado los momentos del golpe,
Belaunde fue puesto en un avión y deportado sin zapatos.

La imagen de los zapatos abandonados en el traslado al aeropuerto,
daría origen en la campaña de 1980 a una desafortunada comparación por parte
del entonces joven y emergente lider Alan García y el jurista Valle Riestra,
que en sus discursos golpeaban a Belaunde por el asunto de los zapatos
abandonados. Se le comparaba con la actitud de Armando Villanueva, en ese
entonces candidato del APRA a la presidencia, quién en las horas del golpe
de 1968 salió a las calles a protestar con la juventud universitaria. La
comparación no prendió y fue una gran equivocación. El país harto y cuasi
desesperado tras doce años de régimen militar se orientaba al belaundismo,
en una suerte de desagravio histórico. El APRA en esa campaña no pudo
generar confianza pese a su enorme esfuerzo para asegurar la transición
democrática y la constituyente. Mofarse de Belaunde no reportó nada bueno.

Durante el velascato, el APRA demostró estar más a la izquierda y
ser mucho más coherente con las posiciones antioligárquicas y
antimperialistas que el belaundismo. El reclamo de diálogo de Haya de la
Torre a los militares velasquistas y sus discursos reclamando la
originalidad de las reformas, contrastan con la actitud de Belaunde,
totalmente cerrado a cualquier reconocimiento político de las reformas
militares.

Otro aspecto de la personalidad de Belaunde era su indiferencia
frente a los temas políticos que no controlaba o que exigían de su parte una
inmediata toma de posición. Cuando arreciaba la guerra sucia en Ayacucho y
llegaban los primeros informes sobre violaciones a los Derechos Humanos,
Belaunde se reunió con su grupo parlamentario en varias ocasiones y les
pidió que no le llevaran chismes o información fantaseada ( Testimonio del
diputado populista ayacuchano Galindo ).

Cuenta también Mario Vargas LLosa, en el Pez Fuera del Agua, que al
reunirse de emergencia con  Belaunde, Bedoya y el propio Vargas LLosa para
discutir la posibilidad deslizada por AP, en ese momento socio del Fredemo,
de presentar candidaturas municipales propias en 1989, algo que el escritor
consideraba un boycot al Frente que encabezaba, Belaunde ante las
observaciones de Vargas LLosa mostró incomodidad y le dijo que no se
preocupara, al seguir la discusión, Belaunde comenzó a mirar el reloj
nerviosamente, hasta que se retiró de la reunión porque tenía un partido de
tenis.

Don Fernando en ese sentido no tenía remedio. La arrogancia le hizo
perder la perspectiva en varios momentos de su vida política.        


EL ADVERSARIO QUE MEJOR CONOCIA El ANTIAPRISMO.
             

Sin embargo, nuevamente el arquitecto realizó un giro magistral, un
manejo de la coyuntura exepcional. El sentimiento antimilitarista del país,
producto de la grave crisis económica y el inicio de las políticas de ajuste
fondomonetaristas fue canalizado a través de la convocatoria de la Asamblea
Constituyente en 1978. Acción Popular decidió no participar. Desde su
retorno a Lima en 1976, el arquitecto no había logrado reagrupar a sus
huestes ni conseguido siquiera llenar un cine de barrio, como fue el
recordado cine de la Plaza Bolognesi, cuyo nombre se me escapa y donde el
arquitecto convocó una especie de plenario abierto de su partido para
defender su gestión. De ese cine de mala muerte se lanzaría a la conquista
de la presidencia a la cual llegaría tres años después. En la política
sudamericana, conocemos otro caso, el del líder radical Raúl Alfonsín, quién
a las horas siguientes de la rendición argentina en Puerto Stanley, capital
de las Islas Malvinas, reunió una pequeña muchedumbre de argentinos
desolados en un cine de  barrio y de allí se lanzó a conseguir la
candidatura presidencial de su partido.
Ya no se detuvo hasta llegar a la
casa rosada.

Al no participar en la Asamblea Constituyente logró varios
objetivos, pero citaremos tres. Primero, el arquitecto demostró que el
belaundismo era la auténtica oposición a los militares y no el APRA.
Segundo, que el problema del país no era una nueva constitución sinó un
cambio de gobierno. Tercero, que había alguna forma de continuísmo entre los
militares y el partido aprista. Este último era un necesario objetivo a
alcanzar, para conseguir el voto de la izquierda movilizada contra la
segunda fase de la dictadura y que emergía con la tercera parte del voto
nacional.

Pero estaba claro que el APRA sin Haya de la Torre no podía
capitalizar el enorme esfuerzo para asegurar la transición.  

El aplastante triunfo electoral de Belaunde fue resultado de esta
estrategia que además sumó circunstancias dolorosas de conflicto interno del
APRA y una  feroz campaña subliminal contra Armando Villanueva. La
convocatoria a la izquierda responsable que realizó Armando, no tuvo mayor
éxito. Esta votó casi totalmente por Belaunde, el arquitecto sin necesidad
de convocatorias plenas, sólo manejando la coyuntura, las imágenes, las
oposiciones y el gesto logró que el antiaprismo se le volcara masívamente.


EL SEGUNDO BELAUNDISMO Y EL PAIS INEXISTENTE.


El arquitecto tenía entonces una nueva oportunidad para construir
una democracia desarrollista y social. Los largos años de exilio,
necesariamente debían producir un nuevo enfoque del Perú, radicalmente
transformado por la revolución militar velasquista. Pero aquí aparecen
nuevas circunstancias difíciles de explicar o entender. El arquitecto, si
bien no se lanzó contra los militares velasquistas, a los cuales zaherían
sus aliados derechistas desde la prensa, regresó al poder sin un diagnóstico
renovado de la realidad peruana, sin una valoración de los procesos
pendientes dejado por el proceso militar y la inmensa necesidad de
reconocimiento por parte de los nuevos peruanos migrantes que marchaban
aceleradamente a la polarización política.

Al escribir sobre la restauración borbónica en la Francia pos
napoleónica, Carlos Marx habla del retorno de los borbones al poder sin
ningún atisbo de autocrítica, sin ningún asomo de preocupación por entender
a la Francia revolucionaria. Creyeron que el poder les había sido devuelto
por que era su derecho, no entendieron que sólo eran un momento de retroceso
en el avance indetenible de la historia. Eso le pasó al arquitecto, su
triunfo lo vió como el desagravio que le debían los peruanos y regresó a sus
concepciones  de los años sesenta, con un espacio para el naciente
neoliberalismo financiero del Dr. Manuel Ulloa.

El ulloísmo casi le secuestró su gobierno a Belaunde, con el Dr.
Ulloa comienzan las primeras políticas de liberalización económica, pero en
un contexto de mantenimiento en lo sustantivo del modelo que giraba en torno
al estado, el cual se fue precipitando a una crisis estructural
irreversible. Estalla el problema de la deuda externa y se reducen los
márgenes de maniobra financiera.Lo curioso es que en 1983, el Dr. Ulloa
asistió a la cumbre de Cartagena en Colombia y suscribió los puntos que
inspirarían al gobierno aprista su política frente al FMI.

Al arquitecto le bastaba que le asegurasen el financiamiento de sus
proyectos urbanísticos y algunas represas para irrigación y energía. Ulloa
podría hacer lo que quisiera mientras Belaunde se dedicaba a sus mapas y a
la inauguración de pequeñas obras. Trató de reactivar Cooperación Popular,
su más preclara criatura ideológica, pero año tras año, la imagen de un
presidente " en las nubes " mientras se acumulaban los problemas sociales y
económicos fue tomando fuerza y cuerpo en la población.

El APRA no pudo ser real oposición sinó hasta la elección de Alan
García como secretario general. La escisión del andresismo más comprometido
con su líder y el escándalo de Carlos Lamberg desdibujaron el rol opositor
del PAP. Ello fue notorio además, con la famosa interpelación a Ulloa en
1982, donde el Presidente del Consejo de Ministros belaundista le dió una
paliza a la CPA. Fue una interpelación en gran medida improvisada, de prisa
y corriendo, sin un esquema estratégico, con preguntas realizadas al vuelo
en pleno hemiciclo. Los dos dias que duró la interpelación, Ulloa se paseó a
sus anchas con el APRA y la Izquierda. Tanto Alan García como Javier Valle
Riestra tuvieron sus peores tardes parlamentarias, pero al darse inicio la
sesión, Alan se levantó de su curul y marchó al encuentro de Ulloa. Este
gesto, lo convirtió en un líder nacional y de allí hasta lograr la
presidencia de la república no lo detuvo nadie. Ese día Alan le ganó al
gobierno el manejo de la imagen. Y pese a que su intervención en las horas
posteriores fue bastante gris, Alan  ya se había posecionado en el liderazgo
opositor.

Al salir Ulloa de la Presidencia del Consejo de Ministros, comienza
la agonía de Acción Popular y el segundo belaundismo. Así sería hasta el día
de la elección presidencial, cuando el Dr. Alva Orlandini obtuvo el 7 % de
los votos. Cinco años antes, Belaunde había ganado con más del 50 % de los
votos válidos.

El belaundismo no entendió al país de los años ochenta. Cuando se
producían conflictos laborales estaba la " mano negra " del APRA o la
izquierda, cuando los senderistas demolían a dinamitazos comisarías o torres
eléctricas, esto era cosa de " abigeos ". Poco a poco  en el país los
frentes regionales tomaron fuerza, el reclamo descentralista y el pleno
desarrollo constitucional de las regiones fue una demanda constante. Los
famosos paros nacionales continuaron la lógica de la parte final de los años
setenta. Surgían discursos nuevos sobre la informalidad urbana, los
movimientos sociales, el desborde popular.
El país estaba en plena
ebullición. La política articulaba el desorden, aunque ello implicara una
fuerte polarización. Nada de esto lo entendió el arquitecto, y ese es
nuestro más duro reproche. El apoltronarce en el poder y no conectar con la
ciudadanía. Una suerte de pontificado donde " lo caballeroso " encubría una
ineptitud muy grande para conducir un país complejo y al borde constante de
la violencia.

Secuestrado su segundo gobierno por el ulloísmo económico, por los
militares que implementaban la guerra sucia en los andes, por los aparatos
de Acción Popular dirigidos por el cacique cajamarquino Alva Orlandini,
cercado por la familia más cercana, con un grupo parlamentario dividido
entre alvistas y ulloístas, el arquitecto fue perdiendo autoridad y
liderazgo. Las elecciones fueron casi un alivio para él.


LO QUE NOS DEJA EL ARQUITECTO

Los gobiernos de Acción Popular bajo la conducción de Belaunde nos
dejaron un país desorganizado, sin rumbo y con una acumulación de demandas
insatisfechas que gobiernos posteriores trataron de cambiar o al menos
paliar. En un país con definidas proclividades caudillistas, el arquitecto
generó una gran desilución. Esto provocó siempre un marcado desencanto con
la democracia. Pudo impulsar una modernización democrática, no pudo hacerlo
porque el país que imaginó era idílico, basado en el trabajo y la
cooperación popular. Pero el país real era el de la violencia, el de la
polarización y el la organización de proyectos enfrentados.

Belaunde siempre se definió como un constructor de la democracia,
sin embargo fue su gran deslegitimador. Los peruanos bajo el arquitecto no
apreciaron la democracia ni la valoraron como sistema de transformación
social y de reglas de juego para el cambio. La grisura, la frivolidad de sus
líderes, más ocupados en concursos de belleza o en los boys scouts, el
clientelismo rampante en la administración, el antiaprismo soterrado, su
falta de rumbo y finalmente la impotencia, llevaron siempre a los peruanos a
ejemplares votos de castigo o a ser indiferentes frente a las intervenciones
militares.

Sus clásicas indefiniciones confirmaron el poder de la oligarquía
durante el período 1963-68, y permitió la instauración de una tecnocracia
ajena a la realidad del país en 1980. De ese grupo saldría uno de los
ministros más sanguinarios de Fujimori, el Dr. Carlos Boloña cuya crueldad
para el ajuste y la destrucción del empleo no tiene parangón.

Haciendo un ejercicio de ucronía, nos preguntamos si tal vez la
falta de entendimiento entre Belaunde y Haya de la Torre es una de las
grandes oportunidades perdidas del Perú republicano del siglo XX. La
coalición con el Odriísmo es algo que siempre ha atormentado a los apristas,
por el perdón que se le extendió a quién masacró a sus militantes, liquidó a
varios de sus líderes más preclaros y la inocultable derechización que
implicaba. La alianza natural era con el belaundismo y no con el general
Odría. El país se había dividido en tres bloques, y su gobernabilidad pasaba
por alianzas parlamentarias. Parece que en los líderes apristas de la época,
existía la convicción que una alianza con Belaunde era sumamente riesgosa
por la posibilidad de fagocitación del belaundismo. Faltó más realismo y
sobre todo, reconocer que la relativamente joven generación de Belaunde
había logrado un apoyo popular autónomo y que el APRA ya no tenía la
exclusiva de ese apoyo social.

Por otro lado, el arquitecto no contempló que su apoyo al golpe de
1962 le enajenaba para siempre la posibilidad de un entendimiento con el
APRA. No se percató que quien juega con el antiaprismo en el Perú termina
tarde o temprano quemándose. Belaunde necesitaba al APRA para su proyecto
modernizador y desarrollista, para reducir el poder de la oligarquía y
cambiar la estructura de la propiedad agraria. No dio el paso audaz que le
permitió en otros momentos éxitos políticos.Prefirió rodearse arrogantamente
de improvisados, técnicos y profesionales duchos en la gestión, pero
inútiles para plantear cambios reales y profundos. Creyó que con el apoyo de
la naciente izquierda nacionalista al margen del APRA cubría ese espacio. Y
lo único que logró fue que lo traicionaran y lo dejaran aislado.

Por la época en que el Perú se definía entre Aprismo y Belaundismo,
Colombia implementaba el Acuerdo Nacional entre Liberales y Conservadores y
en Venezuela se  armaba el pacto del punto fijo entre Acción Democrática y
el Copei. Fueron acuerdos que estabilizaron políticamente a dichos países y
los llevaron al crecimiento económico con estructura desarrollista. ¿ Por
qué no se pudo implementar en el Perú algo parecido ? ¿ Como hubiese sido la
historia peruana con un acuerdo entre Belaunde y Haya de la Torre ? La gran
revolución democrática antioligárquica y antimperialista tuvo que esperar un
gobierno militar de izquierda para llevarse a cabo. Perdió el belaundismo,
perdió el APRA, pero sobre todo perdieron los peruanos a quienes se les negó
un cambio con democracia. Por ello, que no nos llame la atención el tremendo
desafecto que sienten los peruanos por los procesos demócráticos, estos no
les han reportado cambios reales. Se acepta la democracia como un mal menor
no como un fin.

Pero la historia se dio como la conocemos. Cuando el arquitecto
planteó un gobierno de ancha base en 1980, el APRA rechazó la oferta. La
abultada mayoría de Acción Popular en las cámaras hizo innecesario ese
compromiso y el modelo económico seguido posteriormente hubiese llevado a la
ruptura rápidamente ese acuerdo. La oportunidad perdida fue la de 1963-68.

Ahora que una existencia llena de enigmas y oportunidades perdidas
llega a su fín, ahora que el país se prepara para el último momento
inevitable de quién fue su presidente en dos períodos, cuando las pasiones
se detienen o se apagan, cuando la historia esa demoledora de certidumbres
comienza a rodear con su velo a este gran líder populista y señor de
impecables formas, desde la otra orilla le rendimos un discreto homenaje.
Demócrata cabal, el sistema político no corrió riesgos bajo sus mandatos
porque era un convencido que sin democracia política ningún cambio era
posíble. Combatió hasta el final al fujimorato y octogenario estuvo en las
calles repudiando al régimen.

Belaunde deja una sólida herencia política. El toledismo le debe
mucho y Valentín Paniagua tiene un amplio reconocimiento.

Cuando murió Haya de la Torre, el populismo se adhirió al homenaje
que el país le rindió a Víctor Raúl. Los apristas debemos hacer un alto en
el camino, consolar con nuestra solidaridad al pueblo belaundista dolido,
cruzar los puentes que nos separaron y mirar el pasado para aprender sus
lecciones, y mirar el futuro para que los errores no se repitan.

Fue el arquitecto de las oportunidades perdidas, pero también fue un
caballero y un hombre honesto.


Eduardo Bueno León

México DF a 3 de junio del 2003

 

 

 


*Sociólogo y Politólogo egresado de la Universidad Complutense de Madrid. Master en Estudios del Desarrollo por la misma universidad. Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Actualmente es profesor de la Universidad Iberoamericana del DF, La Universidad Anahuac y la UDLA – sede México DF. Es investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos de la UNAM.


www.PuebloContinente.com

Volver