EL GOLPE RENUNCIA DE MENEN
El ex presidente argentino Carlos Menem ha
renunciado a presentarse a la segunda vuelta de las elecciones para elegir al nuevo
presidente que dirigirá a los argentinos por cinco años. Todas las encuestas indicaban
que la relación del voto para el ballotage era de 70 %
25 % a favor de Kirchner. Estaba claro que Menem como responsable de las
políticas que llevaron a la Argentina a la bancarrota durante los años noventa, sería
sepultado con un aluvión de votos provenientes prácticamente de todos los sectores
sociales y políticos argentinos.
El voto contra Menem no sólo representaba el rechazo a su liderazgo y persona,
sinó principalmente una suerte de plebiscito nacional contra lo que representó en los
años noventa : El neoliberalismo más ramplón, la corrupción más descarada, el
entreguismo más vergonzoso. Los argentinos en el ballotage no sólo rechazarían a un
político conservador, sinó que expresarían con claridad su repudio a las políticas que
llevaron a la Argentina al más grande desempleo de su historia, que arrojó a la pobreza
a más de la mitad de su población, que regaló el mercado interno a un grupo de
monopolios, que favoreció el hiper consumo de una minoría
y sacrificó la producción interna.
Con su renuncia el ex presidente, ha
intentado salvarse de una censura pública y una condena moral e histórica a su gestión,
pero en realidad lo que ha intentado es deslegitimar todo el proceso electoral y dejar en
debilidad política e institucional al presidente electo. Ello tiene todos los visos de un
auténtico golpe de estado blanco porque Menem con su decisión, ha jugado
abiertamente a la inestabilidad política, la ingobernabilidad del estado, ha hecho
estallar las reglas del juego electorales, ha desacreditado el proceso democrático, y lo
que es peor, deja abierto y no cerrado el ciclo de desorganización institucional
inaugurado con la renuncia de Fernando de la Rúa en diciembre del 20001.
Como bien lo señala el analista argentino Enrique Zuleta El ex presidente
ha hecho uso del cinismo institucional más desvergonzado, pues ha dejado claro que las
instituciones se usan cuando se necesitan y no se usan cuando no se necesitan . El
daño que le está ocasionando al sistema democrático argentino es inconmensurable, pues
no respeta las tendencias mayoritarias, no acepta los costos que implica la competencia
política abierta, no soporta el plebiscito de la opinión pública democrática. En ese
sentido Menem es un auténtico depredador de las instituciones democráticas.
Ha faltado incluso al espíritu republicano de los Acuerdos de Los Olivos pactados
durante su gobierno, cuando logró que el radicalismo apoyara sus reformas
constitucionales, que permitieron la reelección y recortaron el mandato de siete años a
cinco. Al igual que Fujimori intentó una tercera reelección inviable y en contra de los
acuerdos políticos. Sólo la fuerte oposición del entonces Gobernador Bonaerense Eduardo
Duhalde frustró el proyecto que fue bautizado como la re-reelección.
Durante su gobierno Menem destruyó la credibilidad en la política por la cual
habían apostado los argentinos. Ofreció un programa
e hizo todo lo contrario, copó las instituciones, desestabilizó a los
gobernadores que se le oponían, remató en meses los bienes públicos adquiridos en
décadas de esfuerzo y trabajo por 0 generaciones de argentinos, amnistió a los militares
genocidas, amparó todo tipo de abusos por parte de la administración de los Estados
Unidos contra el estado, buscó aplastar a sus opositores y críticos, instrumentalizó la
prensa y permitió que la corrupción deviniera en una cleptocracia, donde su gente
apareció una y otra vez en los escándalos y denuncias que estallaron a todo largo de sus
diez años de mandato.
En 1973 el líder radical Ricardo Balbín se retiró de la segunda vuelta que
disputaba con el dirigente peronista Dr. Héctor Cámpora. La diferencia entre ambos era
muy amplia, pero Balbín no ganó la primera vuelta, como si lo hizo Menem. De hecho, en
la historia electoral y constitucional latinoamericana es la primera vez que un candidato
que gana en primera vuelta se retira en la segunda vuelta.
No todo en la política es cinismo y mucho menos cinismo institucionalizado, esas
son formas de perversión que dañan de manera irreparable la credibilidad de la clase
política democrática. Las reglas del juego no pueden cambiarse según el humor de los
líderes. Existe una constitución, leyes y poderes autónomos que deben respetarse,
existen acuerdos políticos que deben honrarse. Y existe el principio político de
responsabilidad republicana que no puede ser enajenado porque las encuestas no favorecen
una candidatura.
Lo que el ex presidente Menem ha pretendido es que surja un gobierno débil que es
justamente lo que no necesita la Argentina, pero podría favorecerlo en alguna coyuntura
crítica, cuya habilidad para la conspiración y la manipulación nadie duda. No hay
consenso respecto a si adelantó su jubilación con esta renuncia, pero lo cierto es que
seguirá operando con gobernadores e intendentes afines a su línea. El que fue candidato
de la banca, las empresas privatizadas y el FMI, está apostando a largo plazo a un
proceso de ingobernabilidad social y política que lo convierta en el líder de la mano
dura y la reorganización autoritaria con apoyo social.
Por otro lado el presidente electo Nestor Kirchner enfrenta el desafío de
legitimar su mandato desde su gobierno. El 22 % que obtuvo en la primera vuelta le será
recordado cuando enfrente problemas. Es una situación paradójica, pues pocas veces un
presidente tuvo semejante intención de voto ( 70 % ) y asumirá el gobierno con problemas
obvios de representatividad.
El proyecto de centro izquierda que encabeza Kirchner debe sustentarse en una
amplia coalición social y política. Sería un error ceder a las presiones de los grupos
financieros o convertir el gobierno es un espacio de reconciliación temporal entre
facciones peronistas. Las elecciones ha acercado la política a la sociedad y se debe
profundizar ese reencuentro. Las medidas económicas que se anuncian apuntan a fortalecer
esta estrategia incluyente.
Argentina se reorienta por la senda de Lula en el Brasil, Lagos en Chile, aunque
con un mayor énfasis en la reorganización de las instituciones políticas y en la
reactivación de la producción nacional. Es decir, un liderazgo honesto y socialmente
comprometido, una sociedad protagonista que demanda reformas políticas, una economía
estabilizada que potencia la producción nacional, un proyecto regional de integración y
cooperación comercial en torno al MERCOSUR, serán los principios del nuevo liderazgo en
Argentina.
Atrás quedarán los conspiradores y desestabilizadores que buscan crecer en medio
de las crisis que ellos, con su personalismo, indirectamente provocan.
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*Sociólogo y Politólogo egresado de la
Universidad Complutense de Madrid. Master en Estudios del Desarrollo por la misma
universidad. Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Actualmente es profesor de
la Universidad Iberoamericana del DF, La Universidad Anahuac y la UDLA sede México
DF. Es investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos de la UNAM.
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