Prométeme que querrás mucho a nuestro hijo y que le
enseñaras a odiar todas las tiranías. Dile que su padre murió fusilado por una de
éstas. No me siento culpable de nada. Tengo mi conciencia tranquila. El único delito
si delito puede llamársele- es profesar sinceramente mi credo político, al que no
renuncio ni en estos momentos supremos.
Mas que bienes materiales dejo a mi esposa e hijo los votos
de que mi muerte sea un augurio del porvenir. No
tengo otro delito que mi ideología aprista, a la que no renuncio ni en estos momentos
supremos. Quiero que mi cadáver sea incinerado y que mis cenizas se depositen en un
frasco que tenga como leyenda mi nombre y la frase: "Sólo el
Aprismo Salvará al Perú". Este
frasco deberá guardarse en el local del Comité Aprista de Huaraz cuando pueda funcionar.
Muero sin culpa, tranquilo, pero como un verdadero
cristiano, llevando en el pecho a Cristo, Nuestro Señor. Más tarde la historia
reivindicará mi nombre".
Estas fueron las
últimas palabras de nuestro Gran Mártir c. Dr. Carlos Philips ante el pelotón de
fusilamiento, sentenciado a muerte por haber participado en la insurrección popular de
HUARAZ el 13 de Julio de 1932. Hermoso ejemplo de heroísmo y religiosidad aprista, a
quien las actuales generaciones le debemos culto permanente y tratar de emular su gloriosa
conducta.¿Los actuales apristas podríamos tener nuevos Philips?.
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