La Convivencia Democrática

 

Cuando el APRA enseñó democracia

 

 

Por:Luis Zaldívar

Para junio de 1956, los hogares apristas venían de una sistemática represión de la dictadura de Odría. Colaboró con esta represión el diario que se presume baluarte de la democracia, El Comercio, donde fue publicada una lista de todos los apristas que trabajaban en el magisterio, los cuales se quedaron automáticamente sin trabajo. No sólo sin trabajo en el sector público. Había una lista negra que impedía a los apristas acudir a trabajar al sector privado. Mi abuelo, que se ganaba el pan como profesor de colegio nacional, pasó los últimos años de la dictadura como vendedor ambulante y apoyando a la resistencia aprista desde la clandestinidad. Mis tías, aún en la secundaria, eran enviadas con viandas a las cárceles y eran utilizadas para guardar recados y repartir La Tribuna en las casas apristas de Barrios Altos. El panorama de todos los hogares apristas era bastante parecido, a lo que debíamos añadir que buena parte también guardaba luto por los asesinatos de la dictadura.

Odría había convocado por fin a elecciones, y el partido veía una esperanza de lograr la legalidad. Las directivas internas del partido tendían al voto por Hernando de Lavalle, con quien se venía conversando desde la clandestinidad y parecía que podía llegarse a un acuerdo, aunque este se negaba constantemente a tener una posición clara respecto a la amnistía política y la libertad de los presos. Siendo un partido que ha demandado tantos sacrificios de sus militantes, lo mínimo que se podía hacer era asegurar su libertad. Todavía con la mayor parte de los líderes apristas presos o en el exilio, las acciones que debían tomarse en poco tiempo eran de alta tensión. 

Luis Alberto Sánchez testimonia que hacia mediados de mayo, Lavalle había «preferido callar a pronunciarse sobre los reclamos concretos del Apra» (p 265). Una actitud similar tuvo el joven candidato presidencial Fernando Belaúnde. Por su parte, Manuel Prado, el viejo enemigo, aliado del gran capital al que el propio Víctor Raúl quería evitar aliarse, envió un mensaje a Prialé expresando «su decisión de exigir de inmediato la libertad para los apristas, y como su primer acto de gobierno, la legalización del Apra» (p 266). La opción removió los cimientos del frente democrático impulsado por el aprismo, dando lugar a algunos enfrentamientos con intelectuales amigos del partido como José Gálvez y Raúl Porras Barrenechea.

A tres días de las elecciones, se convocó a un mitin aprista; según Sánchez, la lógica de la dirigencia era «esperar que se realizara el mitin; que tuviera un gran éxito, que Gálvez y Porras se entusiasmaran frente a la multitud fervorosa; y que nuestra declaración llegase en el último momento, de manera que los diarios del día siguiente no la pudiesen comentar. Sería ya el viernes; el sábado no se podía tratar de nada político porque la ley electoral prohibía todo tipo de propaganda de ese tipo dentro de las 48 horas anteriores a los comicios» (p 268). En un giro espectacular y disciplinado del Partido, se orientó la votación aprista en función de asegurar la libertad de los presos. Los resultados fueron que Prado derrotó a Hernando de Lavalle y a Fernando Belaúnde. 

Prado cumplió su palabra el 28 de julio, el día en que asumió la presidencia. La amnistía política y las plenas libertades de expresión y reunión fueron ampliamente celebradas en todo el país. Gracias a la estrategia aprista se logró la democracia en el Perú, donde por fin todos podían hacer política. En los siguientes años ya no hubo ciudadanos y «semiciudadanos» como lo fueron los apristas durante la dictadura, había solamente peruanos que dialogaban y concensuaban para mantener un sistema de respeto a las libertades fundamentales.

Lamentablemente, hay quienes en su ignorancia de los hechos y a raíz de odios bizantinos han tachado al acuerdo por la democracia que se hizo entre el APRA y el pradismo como un pacto programático de políticas públicas o una venta de votos por parte de la dirigencia aprista. Ninguna de esas cosas tiene sustento alguno, dado que el APRA no participó en forma alguna en la administración de Prado, ni siquiera con funcionarios menores. El APRA tuvo un resurgimiento importante por sus propios medios apenas recuperó la legalidad, lo que llevó a que el gobierno de Prado no fuese el entreguista y retardatario por la oposición que ejercían los sindicatos, los estudiantes y los movimientos de bases apristas. Como es la constante de la historia del Perú desde 1930, toda dictadura tiene al APRA como principal enemigo y todo gobierno democrático como parte activa de la correlación de poderes.

Durante la convivencia se experimentó en el Perú lo que siempre había propugnado el aprismo: todo programa político tiene que basarse en la democracia como condición primera, no puede haber política con revanchismos y odios eternos, por la paz y la democracia se debe dialogar y forjar acuerdos nítidos de interés nacional. Esto es muy diferente a claudicar, a tranzar por beneficios personales de negocios corruptos; ningún aprista se benefició de la convivencia con algo más que la libertad lograda con sus luchas.

Un año después de recuperar la democracia, el Partido convocó en la recién inaugurada Casa del Pueblo a una gran manifestación para celebrar y evaluar los logros partidarios. Allí, Ramiro Prialé, el gran artífice político de la convivencia, lanzó uno de los discursos más importantes de nuestra historia republicana, que hoy publicamos para que las nuevas generaciones sepan de primera mano la calidad de políticos que desde las filas del aprismo lograron instaurar el espíritu democrático en nuestro país.

 

UN AÑO DE DEMOCRACIA

 

 

Por: Ramiro Prialé

El verdadero significado de la política de la convivencia (1956-1962). Discurso pronunciado el 14 de junio de 1957. Incluido en el libro Ramiro Prialé: Discursos políticos. Tipografía «El Ferrocarril», Lima, 1960, pp. 19-32.

Distinguidos amigos que nos han honrado con su presencia esta noche; compañeras y compañeros todos:

No sé como empezar estas palabras. Evoco la noche magnífica del 14 de junio del año pasado[1], cuando se juntaron los corazones de todos nosotros, entonces semicuidadanos, en un reencuentro de emoción incalculable. Acontecimiento extraordinario dentro de la batalla política de entonces. Nos habíamos enfrentado nuevamente a una larga dictadura. Durante muchos años habíamos sufrido la persecución, el exilio y la proscripción como Partido. De pronto, en los meses anteriores al instante propiamente electoral, empezó a agitarse un nuevo espíritu en los ámbitos de la patria. Surgieron hombres inspirados por el análogo sentimiento, constituyéndose grupos y Partidos que habrían de rendir señalados servicios al Perú. Todos ellos, aunque estuviesen en los ángulos más distantes, aunque tuviesen los planteamientos doctrinarios e ideológicos más diversos, sin embargo estaban encontrando un común denominador: el reclamo de la Patria de rescatar para ella las libertades, y de hacer iguales en sus derechos a todos los peruanos (Ovación).

Creo que cumplimos, amigos y compañeros. Cuando a lo largo de esa lucha difícil tuvimos contactos con hombres y grupos actuantes en el tabladillo electoral, a los unos y a los otros les planteamos nuestro punto de vista muy claro: necesitamos, decíamos, un vasto esfuerzo de concordancia nacional, un movimiento que unifique a los peruanos, y que ponga término a la dictadura, para que advenga un régimen auténticamente democrático. Nosotros aportaríamos nuestro respaldo popular incalculable. Lo haríamos con todo desinterés, porque no reclamamos para nosotros las posiciones de primera línea, ni siquiera mayorías en el Parlamento. Lo que deseamos es concurrir con todos ustedes a una justa democrática pero participar en ella no con las manos atadas, sino como ciudadanos que tengan sus derechos integrados, es decir como ciudadanos completos (Aplausos). Es preciso –decíamos- que concluyan en el Perú, para siempre, la discriminación y los rencores, que termine definitivamente esta división en amigos y enemigos, perseguidos y perseguidores y reivindiquemos la palabra adversario, decidiéndonos a buscar las líneas generales de bien nacional y, sin abjurar de nuestras banderas, entregar un todo, sabiendo que el progreso de la República, el avance de nuestro país, no puede ser responsabilidad de un solo grupo, por pequeño o grande que sea, sino que es responsabilidad de todos los ciudadanos grupos y partidos (Aplausos).

 

BATALLA DIFÍCIL

Difícil fue indudablemente la batalla. Nuestra bandera fue la de la convivencia, fue la bandera de la concordia. Enarbolada inicialmente por nosotros no resultó exclusivamente nuestra, porque la sensibilidad política de los ciudadanos del Perú hizo que aquella adquiriese magnitudes de carácter nacional. Lo único que faltaba era coordinación entre los unos y los otros, que se rompieran las ligaduras que nos ataban, las cadenas que aún nos oprimían. El esfuerzo colectivo fue avanzando poco a poco con resultados positivos e innegables. Desde el ángulo de los órganos de la prensa nacional, particularmente de ese gran diario que se llama «La Prensa», surgía la palabra admonitiva contra la dictadura y el llamado al establecimiento de un orden efectivamente democrático. De los grupos políticos se alzaban voces nuevas con la nuestra. Fueron naciendo otras entidades. Vimos surgir con regocijo partidos como el Demócrata Cristiano, aspirante a conformarse como partido de doctrina para cumplir también su papel protagonista dentro de la política nacional (Aplausos).

Surgió el Movimiento Demócrata Pradista, alrededor de la figura de un ciudadano con calidades de gobernante, organizándose activamente a lo largo de la República para librar su futura batalla. A esos partidos se juntaban nuevos grupos, como el Social Progresista integrado por jóvenes capaces y entusiastas, cuya calidad todos reconocemos. Al lado de todos ellos, se reactivaban las viejas organizaciones, como la Unión Revolucionaria; se integraban coaliciones, tal como aquella que se llamó la Coalición Nacional, que surgió valientemente a lo largo de la República capitaneada por Pedró Roselló, con quien tantas veces hemos discrepado pero con quien tan buena amistad cultivamos. (Aplausos)

Nosotros alentamos el movimiento de la Unificación para asegurar el término de la dictadura. Nuestra incorporación a ese vasto movimiento estaba condicionada al reconocimiento de nuestros derechos. Al cerrarse el paso a la legalidad de mi partido y mantenernos mutilados en nuestra ciudadanía, llegó el momento en que hubimos de ratificar nuestra independencia y libres de todo compromiso escoger el camino.

 

 

 

Al borde mismo de las elecciones mi partido tuvo que decir su palabra y la expresó constituyendo listas independientes en varios lugares de la República con ciudadanos que habían probado su amistad al aprismo y con otros elementos que darían a las listas las características de unidad nacional que buscábamos. También teníamos que definirnos frente a la cuestión presidencial. No podíamos hacerlo pública y abiertamente para no invalidar al candidato. Teníamos que actuar subterráneamente a través de la organización. Nuestra palabra tenía que ser acertada, porque si nosotros nos equivocábamos aquello habría significado no sólo un naufragio para el Partido sino un desastre para la República. Una semana antes de los comicios acordamos respaldar al señor Manuel Prado como candidato a la Presidencia de la República. Lo hicimos convencidos de que él garantizaría el orden democrático indispensable para el progreso nacional (Ovación).

Cuánto se nos dijo; que inquietud hubo en todos los ambientes, pero cuánta confianza teníamos nosotros y qué alegría, compañeros y amigos, cuando el mismo 28 de julio el Parlamento surgido de toda esa pugna electoral y el mandatario elegido por el voto del pueblo cumplían con derogar todas las leyes restrictivas de las libertades y declaraban legalizado al Partido del Pueblo. (Ovación).

 

 

CAMINO ACERTADO

Habíamos acertado compañeros porque el país empezaba una vida nueva. No en vano se habían agitado banderas de convivencia y se había hecho llamado constante a la concordia. Nosotros lo practicamos con los distintos grupos políticos. Aquí están presentes representantes de algunos. Cuántas veces, no obstante no estar en la misma línea, anduvimos con ellos en noches inquietantes y en horas de zozobra. Cuantas veces nos dijimos de nuestras angustias y nuestras preocupaciones por la Patria. Cuántas otras elaboramos planes para futuros pasos, y cómo con el grupo pradista, con el cual no nos vinculaba en aquella época ningún compromiso, mantuvimos no obstante una relación tan cordial. Todo aquello permitió, compañeros y amigos, que en el momento decisivo se abrieran los caminos para la Patria y pudiéramos instaurar un régimen de derecho, un régimen democrático, un régimen de libertades no sólo para los apristas que las reconquistamos sino para todo el pueblo del Perú, al que se le había negado sus derechos durante ocho años de dictadura (Ovación, maquinitas: Apra, Apra, Apra). Esto es lo que hicimos todos los grupos que tenemos conciencia de que algo nuevo se ha producido en el Perú. Esto lo entendemos todos, excepto algunos que se aferran al pasado y que quisieran mantenernos siempre hundidos en las negras tinieblas de la dictadura (Aplausos).

Cómo no ha de haber algo nuevo en el Perú cuando nos reunimos de esta suerte hoy y podremos reunirnos mañana y cordializar y comprendernos manteniendo nuestros puntos de vista de orden ideológico, doctrinario, conservando invictas nuestras banderas partidarias, pero conscientes de que por encima de los partidos está la Nación y está la Patria. Sabemos que los partidos podemos coordinar posibilidades y mas que contraponer discrepancias encontrar las líneas de coincidencia (Ovación).

Concordancia ha sido el anhelo de cancelar una dictadura, concordancia tiene que ser el propósito firme de mantener el régimen de derecho. En este propósito firme creo yo que debemos estar todos, los amigos y los adversarios del gobierno, porque por encima, repito, de los partidos, está fundamentalmente la necesidad de que subsista el orden democrático que permite a los ciudadanos agruparse y decir su palabra sin temores y pensar sin restricciones (Aplausos y maquinitas: Prialé, Prialé, Prialé…) El mismo 28 de julio formulé un llamado a todos los grupos políticos y sectores organizados del país, para crear el órgano de defensa de la democracia que impida el retorno a cualquier tipo de dictadura. Sigo creyendo en la urgencia de reunirnos en mesa redonda frente a frente los hombres de los distintos grupos y partidos, para cambiar ideas sobre problemas de orden nacional. Cimentar la convivencia política y crear una convivencia económica. Es posible encontrar cominos y soluciones susceptibles de contar con el apoyo general. Creemos que es indispensable que nuestro país acreciente su producción y su riqueza; creemos que es indispensable el desarrollo industrial del país, y que es urgente encarar a fondo el problema agrario. La Reforma Agraria antes era palabra tabú, pero ahora es moneda de circulación corriente. Aquella no puede limitarse simplemente a irrigar, porque cuando se irriga hay que preguntar además que tierras se irrigan y para quién son las tierras que se irrigan. (Aplausos y maquinitas: Apra, Apra, Apra).

La Reforma Agraria no sólo es cuestión de agua y tierra que se fecunde y que se distribuya entre aquellos que no la tienen, sino que es, también, problema técnico. Exige preparación, para que no nos sorprenda nunca una revolución agraria que nos encuentre desprevenidos y sin la preparación elemental, sin poder producir más de inmediato, que esa es la catástrofe que suele ocurrir en muchos pueblos cuando se les presenta esa encrucijada histórica. Es importante, además, que estos conceptos de tecnología y de justicia se vinculen al aprovechamiento de las tierras ociosas, a la cancelación del feudalismo y del gamonalismo que persiste en nuestro país, (aplausos), al fortalecimiento de las comunidades indígenas y su  transformación en cooperativas, al crédito que llegue a todos ampliamente, para que se cumplan los objetivos de mejor producción, mayor bienestar, más alto standard de vida para todos los habitantes del Perú, particularmente para los campesinos que trabajan las tierras (Ovación).

 

 

¿Por qué no hemos de encontrar líneas generales de concordancia frente a los problemas nacionales? ¿No podemos, por ejemplo, abordar el problema municipal democráticamente y restituir a los pueblos el derecho de elegir sus gobiernos locales? Quizás discrepemos en las formas, en el modo o en el cómo, acaso podamos tener diferencias de otro tipo, pero lo importante es que los problemas se planteen y se resuelvan, valientemente, sin cuidarnos de la oposición, sin miedo a lo que pueda decir tal o cual columna de periódico, y sin temores al futuro del Perú que nosotros lo vislumbramos brillante y lo será si lo vemos avanzar con denuedo y con coraje. (Estruendosa ovación).

Yo creo, pues, que algo nuevo ha ocurrido en Perú. Así como nos reunimos esta noche debemos reunirnos muchas veces en adelante. Anhelamos que de este debate de resonancia nacional, salga un Perú cada vez mejor, basado en una democracia cada vez más firme. Queremos un orden democrático estable en el Perú y en cada una de las Repúblicas de América. Si los gobiernos tienen necesidad de mantener buena relación diplomática, recordemos que las relaciones de gobierno a gobierno no son precisamente relaciones de pueblo a pueblo si es que los gobiernos no representan auténticamente al pueblo (aplausos).

PLEAMAR DEMOCRÁTICA

Vemos ahora con angustia, pero vemos también con satisfacción, cómo en América toda parece que va ascendiendo la pleamar democrática. Ya pasaron a la historia uno tras otro varios dictadores y pronto habrá de tocarles, sin duda alguna, el turno a aquellos que todavía quedan, porque este es el proceso histórico del cual es muy difícil que pueda escaparse ninguna satrapía cuando la historia ha escogido sus caminos. Nos regocija el advenimiento de gobiernos populares, porque en lo alto flamea nuestra bandera antidictatorial que jamás arriaremos. Estamos seguros de que sólo con gobiernos democráticos y populares en toda América, lograremos la coordinación entre todos los pueblos y será posible la defensa conjunta de todas nuestras repúblicas frente al avance de cualquier imperialismo. Imperialismo, ha dicho Víctor Raúl, es un fenómeno económico que viene de afuera y no lo podemos evitar. Trae transformación a nuestros pueblos subdesarrollados con su técnica y sus capitales, pero al mismo tiempo aporta riesgos que debemos prevenir. Es preciso que surjan gobiernos que conviertan esos capitales necesarios para el desarrollo de la industria y la explotación en gran escala de nuestras riquezas, en capitales de cooperación en vez de capitales de simple absorción y por eso el planteamiento antiimperialista de nuestro partido lleva implícita la necesidad de la unión del continente, de la vinculación frente a ese fenómeno para encararlo conjuntamente. La defensa colectiva es defensa nuestra. A este Indoamericanismo que al mismo tiempo es peruanismo profundo se le ha llamado alguna vez internacionalismo. Y por sustentar estas ideas, que son la aplicación del pensamiento bolivariano se nos ha puesto fuera de la ley y se nos ha proscrito. Mantenemos pues nuestros principios de coordinación continental indoamericana, saludos a los gobiernos basados en voluntad soberana del pueblo y repudiamos las dictaduras que aún subsisten. (Prolongados aplausos y maquinitas, Prialé, Prialé Prialé).

 

 

Yo creo que esta noche, distinguidos amigos y compañeros, habría podido decir simplemente unas palabras conmemorativas pero me he extendido en otros conceptos. Cumplo con expresar que no pretendo decirles palabras que condensen el estudio ahondado ni el análisis ni el análisis cabal de los problemas. Esa voz surgirá de los grupos técnicos del partido. Su examen lo están verificando ahora las convenciones funcionales de nuestro movimiento. Están trabajando los médicos, ingenieros, abogados, economistas, educadores, y los compañeros obreros en su gran asamblea sindical. Todo aquello habrá de coordinarse cuando llegue a su término el Tercer Congreso del partido. Yo anticipo simplemente estas líneas generales, que mantuvieron la orientación de nuestra lucha. Creo que en el Perú ha ocurrido algo nuevo que esta sirviendo de ejemplo a América en el duro trance de abatir dictaduras. Creo que podemos seguir haciendo esa cosa nueva para nosotros; una democracia firme, joven y estable. Yo tengo este optimismo y por eso formulo un llamado a todos y particularmente a la representación parlamentaria. El Parlamento actual tiene su origen en unas elecciones difíciles, cuenta con muchos elementos nuevos, su composición inicialmente era tan heterogénea y tan compleja, y por todo ello no estaba, en su primera legislatura, en posibilidad de realizar una labor extraordinaria. Los mismos grupos, unos por jóvenes y otros porque todavía no habían adquirido suficiente vertebración, carecían de estudios medulares, meditados y completos. Cabe esperarse que en la próxima legislatura todo aquello se coordine mejor, que los hombres que representan la mayoría no tengan temor de declararse hombres de mayoría si es que tienen planteamientos claros que defender y los hombres que representan a la oposición puedan librar sus batallas y confrontar su pensamiento para que la elaboración de las leyes sean más cabal y acertada. Creo que será posible que mediante los congresos y convenciones de los distintos partidos políticos vaya elaborándose algo que pueda ser útil para la Patria.

DEMANDAS AL PARLAMENTO

Es preciso que este Parlamento, y así lo esperamos, mantenga la línea de defensa fundamental de las libertades y de los principios en el orden democrático, y al mismo tiempo logre los resultados técnicos positivos. Le demandamos abordar problemas esenciales; ley de elecciones municipales y ley orgánica de municipalidades; estatuto universitario; reforma del régimen tributario del país; reforma agraria, etc. Todos estos flancos del problema nacional, sin duda, deben ser considerados, y esta noche de saludo a los amigos parlamentarios independientes y a los otros grupos parlamentarios les expresamos nosotros, como partido, nuestro voto y nuestro estímulo porque así sea, porque su labor sea fecunda, porque encaren valientemente esos problemas ya que sólo así podrá el Poder Legislativo, coordinando su acción con el Ejecutivo, dar la muestra de una labor fecunda, provechosa, sólida y firme. Queremos que el gobierno acierte en sus medidas; ha anunciado el envío de proyectos importantes. El Legislativo habrá de conocerlos. Creemos que el Ejecutivo ha tenido también sus grandes problemas. Hombres nuevos procedentes de un partido nuevo recibieron la herencia de un gobierno que despilfarró las rentas nacionales en forma desorbitada. Es difícil orientar los pasos en la iniciación de un gobierno. Todo eso puede explicar que no se hayan hecho muchas cosas todavía, pero las esperamos. Es necesario que se haga, que se adopte una actitud más efectiva y realizadora, tanto por el Ejecutivo como por el Legislativo, porque sólo así afirmaremos el orden democrático de la República, y prestigiaremos este régimen de cuya responsabilidad, defensa y formación todos coparticipamos (Estruendosa ovación y maquinitas, Prialé, Prialé, Prialé).

 No quiero terminar estas palabras distinguidos amigos y compañeros, sin referirme a las torvas campañas de ciertos grupos que conspiran en las sombras queriendo volvernos a las sombras negras de las dictaduras.

 Hay quienes pretenden rescatar posiciones, quienes ambicionan alcanzarlas de esta manera porque de otra no lo lograron, quienes en alguna forma u otra tratan de vertebrar un movimiento que conduzca a la quiebra de este orden de derecho. Vengan de donde vengan, procedan de sectores de la prensa o ajenos a la prensa, de sectores civiles o militares, creemos que tales conjuras constituyen una verdadera traición a la patria. Se la traiciona cuando se quiere romper un orden en donde todos gozan de libertad de expresión y pueden organizarse y pueden luchar por sus principios y sus ideales; cuando se pretende quebrar un régimen que garantiza el afianzamiento democrático de la República. Frente a esa traición nos alzamos desde todos los flancos (aplausos).

 

 

HOMENAJE AL EJÉRCITO

Rindo homenaje al Ejército Nacional, a ese ejército que cumplió con custodiar el proceso del 17 de junio, a ese ejército cuya línea política esta trazada por el Ministro de la Guerra que ha dicho que aquella consiste en apartar a los militares de la política. Apolitizar el ejército, ha dicho el general Cuadra Rabines y nosotros le hemos replicado que eso está muy bien. El ejército –ha explicado– tiene la misión constitucional de guardar y defender las amplias fronteras de la República y debe trabajar incansable para que se alfabetice a grandes sectores retrasados del país, contribuir al progreso abriendo vías para que la civilización avance a lo largo de zonas todavía inexploradas de nuestra República, asegurar patrióticamente la soberanía organizando colonias en las fronteras, dando tierra y medios de vida a las familias de los soldados para que ahí puedan establecerse después de salir del servicio.

Esta línea de apolitizar el ejército y de vasta cooperación en el desarrollo nacional es respetable y nosotros la aplaudimos. Por eso, la noche inaugural de nuestro local declaré que, frente a un planteamiento de esta importancia surgía el deber de cada uno de los grupos civiles de decir muy bien que los militares en servicio no intervengan en la política ni quieran gobernar al país, y que nosotros los civiles no nos metamos en los cuarteles a conspirar. Y debo subrayar también que esta línea ha sido ratificada desde hace muy pocos días cuando el 7 de junio, en la jura de la bandera, en esa arenga del Ministro de la Guerra se hizo una invocación a las fuerzas armadas para «juramentarse a fin de defender la democracia». Reconforta que en tales palabras se establezca concordancia firme entre los hombres que visten uniforme y aquellos que no vestimos uniforme.

Y creo, por esta misma razón, que mientas el Gobierno sea Gobierno y tenga la fuerza que como Gobierno tiene, y mientras el pueblo representado por todos los grupos civiles tenga la decisión de respaldar al régimen democrático y constitucional, y mientras el ejército mantenga esta línea política el sistema de derecho será inconmovible. Para su mayor cimentación no hay sino que darle ritmo al trabajo, impulso a la acción. Ese es el mandato imperativo que corresponde a los poderes públicos. Difícil su tarea, se ha avanzado sin duda pero tenemos que hacer más, porque si se trata de asegurar las libertades, esto es, afirmar el orden en lo político, hay necesidad de avanzar también en lo económico, a fin de que se alcance un régimen de justicia cada vez más cabal, y el pueblo pueda adquirir un más alto nivel de vida, y la angustia y el hambre no sean moneda corriente en la Patria.

Se trata de alarmar a la República diciendo que esto durará poco, que esto se acaba, o que el gobierno dura dos meses o que dura cuatro meses. En julio dijeron que duraría semanas, pero luego señalaron como el plazo la Pascua, después los carnavales y por último la Semana Santa. Ahora no sé que fecha están señalando (risas), pero yo creo que a medida que se estiran los plazos se achican las esperanzas (aplausos).

Hay que responder compañeros que esto no se acabará. ¿Por qué? Porque no queremos que se acabe. Nosotros los ciudadanos del Perú, los ciudadanos del Perú con uniforme y sin uniforme. Entiendo que todos coincidimos en esta línea general de defensa de la Patria. Me complace que al conformar esta lista de Lima se procurase considerar en ella a elementos de distintos grupos y de diversas actividades económicas. Me satisface que haya resultado senador triunfante este prestigioso general don Alejandro Barco (aplausos), un general distinguido, reconocido por su capacidad, hombre de veras honesto y amador, de veras, de su patria. Nosotros esta noche le agradecemos a él singularmente haber estado aquí y habernos dicho su palabra. Saludamos en él a los militares dignos del Perú, a esos militares que conscientes de su responsabilidad histórica responden al mandato constitucional y coinciden con todos nosotros en la decisión de hacer un Perú digno, un Perú libre, un Perú justo no sólo para el grupo privilegiado sino para todos los peruanos. (Grandes aplausos interrumpen al orador; maquinitas: Prialé, Prialé, Prialé).

Los conservadores del Perú fueron incapaces de organizar un partido político y por eso han tenido frecuentemente que buscar militares a fin de que les protejan sus egoístas intereses. Pero ese no es el ejército, sino grupos que se coaligan para mantener el imperio de las minorías. Pero eso debe quebrarse definitivamente. Ahora estamos en una República democrática.

Debemos tener serenidad frente a los problemas, no recoger las campañas insidiosas que tienden a desgarrar la esperanza o romper la fe, saber que el Perú posee ingentes recursos económicos potenciales, que tiene posibilidades de desarrollo industrial, que es un país que habrá de desarrollarse, pero que necesita un clima de libertad y de confianza. Quisiéramos por eso transmitir nuestro optimismo a los amigos parlamentarios todos, y particularmente al gobierno para que, sin temores a ese sector pequeño de la oposición, se lance a una realización efectiva, construyendo aunque digan que infla o no infla. La cuestión es que se haga, la cuestión es… (Interrumpen grandes aplausos). No quisiera invadir este tema económico porque no soy especialista, pero me parece que cuando los recursos se invierten gastándolos en cualquier cosa, esa es inflación peligrosa; pero si se les utiliza para irrigar nuestras tierras, distribuirlas y hacerlas producir mejor; si se invierten en el apoyo de la industria que requiere tanto estímulo y si se dedican a la creación de fuentes de riqueza, tales recursos habrán de multiplicarse y por tanto no habrá inflación sino crecimiento del país. (Aplausos).

 

 

LA IGLESIA CATÓLICA

 Creo necesario también esta noche decir algunas palabras sobre un sector respetable. Me refiero a la Iglesia Católica. Católicos somos en el Perú la inmensa mayoría de los habitantes. La Iglesia tiene que amparar su prestigio y católicamente hay que ayudar a la Iglesia a defenderlo, y cuando hay quienes tratan de aprovechar sus momentos desventurados en que alguna oveja descarriada da una nota o más o menos censurable, no es leal que se la coloque en la picota. Yo les digo compañeros, que este Sumo Pontífice, me refiero al Papa actual, es un hombre extraordinario que ha tenido sensibilidad para captar el momento revolucionario que vive el mundo, y que viene dando directivas precisas para que la cristiandad adopte una línea de beligerancia social. Yo les digo que sin duda alguna de estas directivas no son extrañas cuando en América está ocurriendo una cosa que antes habría parecido insólita. Vemos a la Iglesia actuar en Argentina contra la dictadura, la veremos en Colombia adoptar una línea combativa así como habremos de verla también pugnaz en alguna otra república cuyo nombre no quisiera mencionar par que no se malogren las relaciones internacionales.

La Iglesia ha sido lastimada en estos últimos días. Nosotros, a quienes se nos ha dicho hombres sin Dios, sin patria, y sin ley, dejamos constancia de nuestro repudio por esas maniobras. (Aplausos).

Afirmo una vez más de que nuestro pensamiento es el de buscar concordancias y sumar. El problema del Perú es fundamentalmente un problema de integración y no de desintegración. Nos ha dividido todo; nos ha dividido el feudalismo, rezago de siglos pretéritos, que aquí se mantiene vigente. Si queremos hacer un Perú grande, si queremos hacer un Perú democrático y un Perú libre, debemos integrarnos, e integrarnos significa sumar esfuerzos, aunque mantengamos definidas y muy claras nuestras banderas principistas.

 CONVIVENCIA

 Hablan de la convivencia queriendo desprestigiarla y mencionan esa palabra como si fuera el matrimonio o el contubernio entre nosotros y un grupo político y eso no es convivencia. Convivencia, lo hemos dicho mil veces, es el esfuerzo que todos hemos realizado para crear este nuevo clima en el Perú, convivencia es este aire que estamos respirando, convivencia es este escenario que hemos formado en el país, donde podemos reunirnos sin pelear y sin odiarnos, juntarnos para discutir, en que es posible discrepar pero respetándonos y tolerándonos. Esta cosa nueva es convivencia que comprende a todos: al gobierno con sus amigos y sus adversarios y a nosotros con nuestros amigos y con nuestros adversarios. Esta convivencia como principio es afirmación de los principios esenciales de la Carta fundamental del Estado, cuando dice que todos somos libres y que todos podemos ejercitar plenamente de nuestros derechos. Convivencia, pues, es un clima, una actitud, es manera nueva que ha encontrado el Perú para expresarse. Dentro de la convivencia caben los pactos, los entendimientos, las relaciones entre los unos y los otros.

 Nosotros no tenemos puestos en el gobierno, no tenemos pacto con el Democrático Pradista. Nosotros antes de las elecciones adquirimos con ellos el compromiso de luchar por las libertades y cancelar las discriminaciones. El 28 de julio se cumplió aquello. Cumplieron ellos y cumplimos nosotros. Y allí terminó la cosa, pero es natural que mantengamos una relación cordial. Nosotros no tenemos pactos que nos aten o nos vinculen y que nos obliguen a seguir una línea incondicional de adhesión a la política del gobierno. Pero tampoco perdemos la serenidad ni vamos a oponernos a todas sus peticiones. Mantenemos una línea que es una línea que la llamamos independiente, que es una línea que la titulamos de cooperación condicionada, condicionada a que se mantenga este régimen de derecho y de libertad. Por eso compañeros nosotros estamos en aptitud de respaldar y apoyar las medidas acertadas del gobierno, por qué no. Y también tenemos la libertad para decir nuestra palabra, para criticar en caso de que no hubiera acierto según nuestro criterio, por qué no. (Sí, sí, sí; aplausos).

No sé, distinguidos amigos y compañeros, si he fatigado con esta larga enumeración de cosas y hechos (voces: no, no, no), que me fluyen pero quisiera terminar yendo al motivo de esta reunión, de este homenaje a la lista de Lima. El 14 de junio del año pasado nos reunimos en la Plaza San Martín. Entonces no teníamos hogar. En ese escenario histórico les proclamamos como candidatos. No teníamos seguridad de que llegarían al Parlamento, porque no sabíamos si respetarían el voto del pueblo. Ahora los tenemos aquí. No en la Plaza San Martín. Podemos decir, hoy, a nuestros amigos, ahora sí tenemos hogar. A él los hemos invitado porque se han mantenido leales a la línea principista de defensa de las libertades esenciales de la República. (Bravos y aplausos).

 Dentro de poco llegará Víctor Raúl y entonces acudiremos nuevamente a esa gran plaza que resultará pequeña. (Aplausos, bravos, Víctor Raúl, Víctor Raúl). Allí compañeros le diremos: hermano, aquí esta tu pueblo, aquí está tu Partido, unido, grande y fuerte, renacido una vez más desde las catacumbas para ser uno de los protagonistas de la historia en este momento singular. Y él tendrá alegría y nuestros corazones se expandirán de gozo al saberlo una vez más a la sombra del Libertador San Martín. Llenaremos los ámbitos diciéndole nuestras palabras de afirmación patriótica y de optimista seguridad democrática en el destino de nuestra patria. (Grandes aplausos).

HOMENAJE A JOSE GALVEZ

 Concluiré rindiendo homenaje al Patricio José Gálvez. Con qué palabras decirlo que duele tan hondo. Haber estado a lo largo de la lucha de tantos años bajo su sombra luminosa, no obstante ser sombra, y ejemplar del gran demócrata del Perú. Yo sé de cómo palpitó él en nuestras horas de angustia. Yo lo veía día a día tan cerca de nosotros. Con él estaba la compañera ilustre que se fue primero. Con ambos esta hija predilecta de don José, Amparito Gálvez, tan querida por todos nosotros. (Grandes aplausos, maquinitas: Gálvez, Gálvez, Gálvez).

 Don José no está físicamente con nosotros, pero está ella y está el esposo de ella, y están los hijos de ella, está la continuación de los Gálvez que han sabido señalar siempre un destino de libertad y esperanza para el Perú (grandes aplausos).

 Don José Gálvez no está aquí porque en sus ojos se hizo la noche para no abrirse nunca más, pero se fue cuando la Patria abría los suyos en la libertad para no cerrarlos nunca más.

 Compañeros y amigos: agradezco infinitamente la presencia de todos ustedes y les digo que nuestra casa sigue todavía bastante vacía. Acaso nuestras sillas no han sido bastantes para brindar descanso a nuestros ilustres invitados. Perdonarán las deficiencias, pero reciban este homenaje caluroso, esta recepción cordial en esta casa que queremos que responda siempre a su nombre, esto es: que sea siempre la Casa del Pueblo (Grandes aplausos y maquinitas: Prialé, Prialé, Prialé…)

"Conversar no  es pactar"
 


[1] Un año después, el 14 de junio de 1957, el Partido Aprista Peruano, celebró la reconquista de su legalidad en otra multitudinaria concentración que tuvo lugar en el amplio campo deportivo de su local central (Nota de los editores de Ramiro Prialé: Discursos políticos. Lima, 1960).