( La propuesta de los tres tercios
)
Por: Eduardo Beuno León
Fueron los anarquistas, nuestros abuelos ideológicos
quienes afirmaban que el revolucionario nunca es político. Esa fue la contradicción del
APRA en el siglo XX, quizo ser las dos cosas a la vez.
Un tema presentado por el c. Mauricio Mulder en su interesante
artículo sobre la refundación del PAP y publicado en La República, es el que refiere a
su concepción del modelo de partido al cual se aspira. Plantea un modelo ciudadano, donde
el militante y el miembro del aparato renuncien a sus aspiraciones
político-representativas y asuman la representación de los líderes de las
organizaciones ciudadanas ( independientes ) y de la sociedad civil. Ello acercaría más
al partido con la sociedad y se eliminaría el excesivo peso de la burocracia partidaria.
El tema no es nuevo, la concepción ciudadana del partido también lo
está discutiendo el PRI. Y en la socialdemocracia europea la ciudadanización de los
partidos se plantea como una necesaria modernización frente a la creciente autonomía de
las organizaciones sindicales socialistas. La ciudadanización de los partidos es una de
las respuestas al malestar que existen en las sociedades europeas contra los partidos.
Ideológicamente, la ciudadanización implica un acercamiento a la concepción social
liberal de la política y un alejamiento de la concepción socialista.
El APRA como frente unico de clases sociales sería superada, por un
modelo flexible y social liberal de partido ciudadano donde no son las categorías
sociales las que definen la identidad del partido sinó una sola y general categoría
basada en la participación democrática. En esta perspectiva están autores como
Norberto Bobbio uno de los más inteligentes y comprometidos filósofos del centro
izquierda en Italia. No en balde Bobbio es el creador del llamado " Socialismo
Liberal ".
El tema de fondo en realidad es si ha llegado el momento de plantear la
relación del APRA con el Liberalismo. Aquí entramos en terrenos peligrosos, pues la
definición antiliberal del APRA no requiere ser reseñada, aunque según recuerdo, Haya
de la Torre criticó siempre al liberalismo por sus " insuficiencias " y por ser
la ideología universalista del capítalismo, aunque reconoció sus aportes
decimonónicos.
Sin embargo hay algunos temas tabú que debemos abordar.
Ideológicamente, el APRA siendo de inspiración y filiación marxista tuvo siempre en la
vereda de enfrente a los liberales, que por otro lado, cuando se refuncionalizaron con el
estado oligárquico dejaron de lado la concepción democrática y asumieron la concepción
elitista. Este comportamiento de los liberales los dejó fuera de la construcción del
estado social en latinoamerica, los redujo como proyecto y perdieron influencia hasta
mediados de los años ochenta.
Es por ello que el APRA polemizó más con la izquierda que con los
liberales criollos. Cuando Haya y Sanchez hablaron de la generación anterior a la suya,
se refirieron a ella en términos de " claudicación y liquidación ". Hubo
discurso liberal pero no hubo proyecto en la generación que ellos enfrentaron.
Sin embargo, el APRA desde 1931 acepta participar en procesos
electorales organizados por instituciones oligárquicas con discurso liberal. Y le fue
fatal. En 1945 - que en mi concepto es el mejor momento que tuvo el APRA para cambiar la
dirección del páis - se vuelve a repetir el conflicto ente la ideología revolucionaria
del APRA y el marco institucional liberal oligárquico en el cual se desenvuelve.
Y en 1956, 1961, 1962, 1978,1980 y 1985 se vuelve a repetir la
dinámica de un partido con ideología revolucionaria ( que cuestiona al poder y desea
transformarlo ) y la dinámica de las instituciones que evolucionan a partir del
belaundismo, de oligárquicas a liberales formales. El cenit de todo esto, es la fallida
estatización de la banca. Impulsar una revolución " pacífica y democrática "
respetando los marcos constitucionales que responden a consensos no revolucionarios, es
generar una crisis de legitimidad que socava al propio proyecto revolucionario. Si íbamos
a estatizar la banca, debíamos tener claro que el Perú no era México ni Venezuela donde
hubo expropiaciones similares en contextos democráticos, y que debíamos cambiar el
consenso legal constitucional por un consenso revolucionario y dirigista.
Aparece la contradicción cuando el Presidente García decide respetar
la legalidad formal, cuando los senadores apristas inventan fórmulas alternativas
ambiguas, y cuando finalmente, no hay bases sociales organizadas dispuestas a movilizarse
y defender el proyecto. Y pese a que Izquierda Unida dio sustento ideológico al proyecto
de estatización en el senado, sus líderes ante la reacción de la derecha, echaron para
atrás su inicial apoyo. No será la primera vez que el oportunismo antiaprista de
izquierda prefiera el hundimiento de una propuesta que su defensa por ser producto del
partido de los cholos y mestizos. Pero tambiéE½Ê×nPÍRötßÍ
[WFP5)~®ÖGUQÀ/§Ñ½Kñ¡šê“m±ß+±ÐdÎ.·Žˆˆˆô «”7O”b¸‹£±~¸„mÔœBÍÇáks{F£“©A*‘¦ìðÝÜ×ãU“¢ acaba con la refundación del PAP. Por
ello hemos planteado, que el APRA como movimiento continental revolucionario se mantenga
como lo creó Haya de la Torre, es nuestro monte sinaí, nuestro Machu Picchu ( ahora que
está de moda entre los políticos ). Al APRA histórica y continental regresaremos
siempre. Pero en las actuales circunstancias y con perspectiva al futuro político del
Perú, debemos REFUNDAR al APRA peruana.
No creo en una pura modernización pues implica continuidad y la
refundación es ruptura. Además el concepto está muy usado por el neoliberalismo. No
creo en el relanzamiento, pues ya se realizó con las elecciones. Otras palabrejas (
reestructuración ¿ porque no perestroika ?, recomposición, actualización ) no pasan de
ser sugerencias cosméticas.
Entonces la refundación no sólo es organizativa, podría ser también
ideológica. El partido de ciudadanos acerca al APRA a los valores social liberales y
redefine el proyecto revolucionario en proyecto reformista, que es el proyecto de las
fuerzas políticas de centro izquierda. Y que quede claro, el discurso de Alan
García en las elecciones que concluyeron, no fue ideológico, fue valorativo y
marcadamente social liberal, como es el discurso de Cardoso, Lagos, Felipe Gonzales. La
Tercera Vía de Blair está más a la derecha, el discurso de " izquierda plural
" de Jospin en Francia, más a la izquierda.
El nacionalismo antimperialista del APRA peruana se transformará
probáblemente en un proyecto socialdemocrata que conjugue modernidad con justicia
social. Este punto sin embargo, es el más polémico, pues al realizar un
ejercicio de actualización del programa aprista debemos defender la diferenciación del
proyecto indoamericano del proyecto europeo. Ni ideología " prestada ", ni
ortodoxia que es florida en el discurso pero es incapaz de proponer actores e instrumentos
políticos reales para enfrentar a la globalización neoliberal.
Empero, y aquí es donde deseaba llegar, no podemos liquidar una
experiencia de décadas en la organización política del APRA peruana. Aquí está el
problema de Mauricio Mulder, quien considera que para crear un partido de ciudadanos hay
que superar el modelo de partido de militantes y de categorías sociales. La refundación
es ruptura con las limitaciones, los defectos, los rezagos autoritarios y centralistas, la
intolerancia, el vaciamiento ético, pero también es continuidad de lo positivo, lo
fuerte, lo que ha hecho pervivir al APRA durante décadas, su concepción de
partido-escuela, la mística, el compromiso de los viejos apristas que creyeron y
seguirán creyendo hasta el final de sus dias en la gran utopía de Haya de la Torre.
Esa continuidad lo expresa la militancia a la cual no se puede
subvalorar. Esa militancia tendrá muchos defectos, pero fueron ellos quienes mantuvieron
con vida al APRA peruana, frente al autoritarismo, la despolitización y la prédica
antipartidos. No creo que un partido de ciudadanos sea incompatible con un partido de
militantes. Deberíamos pensar en un partido de tres tercios : El militante, El
ciudadano, El funcional. Un partido refundado con una estructura de tres tercios
coordinadas de manera descentralizada y desconcentrada, de tal manera que el CEN fuera
más bien una Asamblea de los tres tercios, con un secretariado ejecutivo que se encargara
de las labores ejecutivas.
El tercio militante representaría a los comités, sectores, células.
Es la organización tradicional del partido.
El tercio ciudadano, son las redes de quienes no están en el partido
pero comparten sus valores de justicia e igualdad. Son los actores de la sociedad civil.
Es lo que se deduce de la propuesta del c. Mulder.
El tercio funcional o de las categorías socio económicas, son los
actores sindicales y sociales que luchan contra el neoliberalismo y que reconocen en el
nuevo partido surgido del APRA, un espacio de construcción de alianzas sociales y
políticas.
Surgirían nuevos líderes y nuevas metodologías de trabajo político
si la interacción sistémica funciona. El liderazgo de Alan García sería equilibrado
con actores que pactarían agendas programáticas. La legitimidad la produciría el logro
de las agendas, no el carisma en exclusiva. Sería una nueva forma de racionalización e
institucionalización.
Lo anterior es sólo una propuesta ante los desafíos que se nos vienen
luego que se nos hizo recordar la convocatoria al Congreso extraordinario, que debe ser
según nuestro particular punto de vista un Congreso Constituyente.
Al final, es mejor aspirar un modelo inalcanzable, que un modelo
tradicional. En el primero, desarrollamos todo lo potenciable que tiene la realidad, al
decir de Gramsci. En el segundo, estamos inmovilizados por las certidumbres.
La revolución aprista está regada en la historia del Perú, demos
forma a un ciclo distinto que nos haga dignos de esas luchas y esas aspiraciones.
Mil disculpas por lo extenso y tal vez exagerado énfasis en algunos
aspectos.
Eduardo Bueno León