( A propósito de unas declaraciones de Alan García )
Por: Eduardo Bueno León.
1 - Si el c. Alan García - y otros cc desde los años noventa - han
asumido la globalización como un hecho irreversible, entonces la ideología
antimperialista entra en revisión hasta reformular su diagnostico y su propuesta. La
socialdemocracia europea defiende la tesis que la globalización debe ser gestionada por
el centro izquierda y no por el neoliberalismo. Eso le otorgaría al fenómeno un
carácter más incluyente. En esa línea está el c.Alan García.
2 - Si la globalización es irreversible y hay que luchar por un modelo
incluyente de desarrollo, entonces el mercado, el libre comercio, las privatizaciones y
las inversiones estranjeras pasan al primer plano. Atrás queda la centralidad del estado
en el proceso de desarrollo. Y de paso las ideologías que se apoyaban en el estado. En la
medida que se revindica a la sociedad civil y lo público no estatal, ello no conlleva una
rendición frente al neoliberalismo.
3 - La pasión revolucionaria como diría Furet sigue siendo el impulso
de la doctrina Hayista. Pero la hora presente es la hora de la política, y asumir las
tesis de los globalifóbicos es mermar el nuevo posicionamiento político. Ello no
significa dejar de cuestionar el orden global y su maquinaria de exclusión al lado de
este actor internacional que en hora buena surgió desde el norte. Alan para impulsar su
nueva visión tiene un sólido argumento : ha sacado al APRA del 1 % y la ha llevado al 26
%. En su nuevo posicionamiento electoral hay respaldo al ALCA, se admiten privatizaciones
y se tecnocratiza la gestión de la macroeconomía. Aún así, los operadores
internacionales del mercado siguen creando alarma. Al respecto el editorial del Washigton
Post que los cc de EEUU han reseñado y han hecho circular en la lista es reflejo de esta
oposición a la candidatura de Alan.
4 - No creo que Alan García le esté imponiendo al APRA un cambio
ideológico radical, entre otras razones porque la coyuntura ganó al debate. Nos han
ganado los tiempos. Pero es obvio, que la anunciada refundación pasa probablemente por
enterrar al marxismo indoamericano y revisar - llámese despojar - al antimperialismo de
su sentido nacionalista y centrado en el estado. No olvidemos que ya en otras épocas de
la historia aprista se produjeron estas revisiones para ajustarse a las necesidades
políticas del momento. No en balde a fines de los años cincuenta, el frívolo oligarca
Pedro Roselló llamó a Haya de la Torre, el " conservador que el Perú necesita
" Y Víctor Raúl era amigo suyo. Me parece que fue Manuel Seoane quien le respondió
con un opúsculo " La revolución que el Perú necesita ".
5 - Surge la pregunta de como superar la tensión entre las
convicciones y el juego de la política. Y entonces recurramos al propio Víctor Raúl,
usemos la dialéctica. ¿ Que significa ser aprista en el siglo XXI ?. Mantener una
postura crítica frente al mercado, porque para nosotros lo más importante es el sujeto.
Recrear los instrumentos políticos de construcción de la hegemonía : el partido, la
integración, el frente político de ciudadanos y consumidores. Fiscalizar al poder
defendiendo lo público. Promover la representación por categorías socioeconómicas.
Asumir la democracia como proyecto y no como procedimiento. Reconocer que lo individual
tiene tanta importancia como lo colectivo. Crear poder democrático a nivel andino
construyendo alianzas sociales supraestatales. Mantener la demanda de comunidad nacional (
nacionalismo) e integrarla a la democracia. Acercar contrarios, provocar síntesis.
6 - Por supuesto que todo lo anterior no pasaría de ser verborrea
sinó hubiese actores políticos y sociales que creyeran en los valores de la izquierda
democrática. Es la hora de la política, no es la hora de la revolución. Es la hora de
los valores, no es la hora de la ideología. Pero tampoco ello significa, como lo postula
la derecha de la socialdemocracia que se murió la utopía y que el socialismo es
arqueología. De ninguna manera, la historia de la modernidad no es una escalera en
ascenso, sinó ascensos y caídas. Entrémosle sin miedo a la política, porque si nó,
tendremos discursos pero no tendremos a los actores.
7- En el proyecto de la izquierda democrática de los próximos años,
mantengamos al aprismo histórico, el de Haya de la Torre y los que creyeron en la
revolución antimperialista. No interesa si se es minoría, son las necesidades sociales
las que transforman las ideas en movimientos. Y así ha sobrevivido siempre el APRA.
Fraternalmente,
Eduardo Bueno
( Refundación, Globalización y Carisma en el APRA )
Por: Eduardo Bueno León
SOBRE LA GLOBALIZACION Y EL PENSAMIENTO APRISTA
.-
Plantean tanto Enmanuel Wallerstein como Octavio Ianni e incluso Aldo
Ferrer, que la globalización es un proceso histórico y no un proceso reciente,
avasallador e irreversible como lo plantea el neoliberalismo. Por lo tanto, es un
proceso dinámico que pone en marcha procesos de cambio social, tecnológico, económico y
político fuertemente entrelazados desde los comienzos de la era moderna. El tiempo
producto de esta interacción es un tiempo complejo en el sentido que pueden generarse
procesos destructivos del orden o procesos constructores de un nuevo orden. La forma como
los individuos se vinculan a dichos procesos de cambio, es lo que construye la existencia
de la vida material o social que Haya de la Torre llamó Espacio-Tiempo-Histórico. La
subjetividad política se construye sobre la base de la experiencia del tiempo y sobre la
base del proyecto en el cual se disputa la dirección de la construcción o destrucción
del orden por parte de actores enfrentados.
Ello nos plantea como primer reto, la recuperación de la
identidad del observador indoamericano bajo la globalización. Y aparece
entonces, el problema de la globalización como un todo o como un conjunto de procesos
interactuantes. Alain Touraine nos ilustra cuando dice que la globalización está
caracterizada por tres dinámicas. La primera es la internacionalización y circulación
del capital financiero. La segunda son los tratados de libre comercio, y en tercer lugar
el desarrollo y masificación de las tecnologías de la información. Entonces, la
globalización no es una sola, sinó varios procesos que no necesariamente marchan juntos,
sinó que están interactuando con velocidades de tiempo diferente.
Al recuperarse la subjetividad política del sujeto indoamericano (
autonomía, participación ), la globalización no aparece como un todo, salvo en el
discurso neoliberal que identifica globalización con modernidad. La globalización
aparece como un proceso múltiple y debe ser tratado políticamente de esa forma.
Es el sujeto político indoamericano ( alianza de estados, frentes y actores sociales ) el
llamado a transformar la globalización en un proceso incluyente, modernizador y promotor
de la identidad, sobre la base de la heterogeneidad, la construcción del poder
democrático y la formación de una ética, pensamiento o ideología crítica del modelo.
La globalización es irreversible en un sentido histórico, pero no en
un sentido ideológico. Lo llamativo del proceso es que coincide con la crisis del estado
nacional, y ello provoca la crisis de la política como práctica articuladora
institucional. Si el partido aprista estuvo - y está - en crisis no es sólo por la
dirigencia de la cual se quejan algunos, sinó por un debilitamiento del actor estatal. Lo
que verdaderamente nos debe importar es la dirección del proceso de reconstrucción del
orden social, que no debe estar en manos del mercado pero tampoco puede estar ya en manos
del estado burocrático. Se apela a la sociedad civil y los ciudadanos. Debemos
proponer también, a los trabajadores, empresarios e informales articulados en categorías
socioeconómicas, con representación y poder funcional. Como es una propuesta al margen
de la idea liberal de ciudadanía, debe plantearse con sentido estratégico y no
esencialista para ganar legitimidad.
Concluyendo, la globalización pone en marcha procesos de cambio, pero
la dinámica del proceso depende de la capacidad que puedan acumular los actores en el
espacio nacional o subregional. Brasil ( que funciona como subcontinente ) es un ejemplo
de lo anterior, al ser el único país de la región en imponer sus propias condiciones a
los procesos globales, al igual que China Popular y la India. Asumen la
historicidad del proceso, pero son sus actores internos y sus estados los que orientan el
cambio del orden social en sus espacios nacionales.
EL CARISMA Y EL PARTIDO.-
Fue Francois Bourricaud quien reconoció la relación entre carisma
legítimo y organización en el funcionamiento del APRA. El mito del héroe perseguido que
regresa y la renovación de la fé política a través de la religiosidad popular, como lo
señaló hace años Jeff Klaiber. De ello se podría colegir, que la permanencia del APRA
está vinculada al líder carismático. Y en ello tendrían mucho que ver, las condiciones
de la sociedad peruana, abatida y fragmentada en los niveles bajos y populares. Somos
sociedades que requieren del carisma para ser movilizadas.
Esta es una típica contradicción con el esquema neoliberal de
racionalidad política y elección pública, por un lado, y la afirmación tradicional de
la ideología y el proyecto por el otro.
El debilitamiento del estado, la fragmentación social, la
desarticulación del actor colectivo, la violencia real y simbólica ( los vladivideos son
una forma de violencia ejercida sobre las certidumbres cotidianas ), todo ello ha generado
demandas de comunidad nacional que llena muy bien el carisma o el fundamentalismo.
En esta elección el carisma incluyente lo representa Alan
García, el fundamentalismo étnico Alejandro Toledo.
Si Alan García plantea un nuevo reposicionamiento es porque actua
sobre un escenario electoral, pero también porque sus márgenes de juego en lo politico y
económico no son muy amplios. De allí su visión socialdemocrata y de conciliación con
los agentes del mercado. Es un actor político que luchará por la inclusión de los
pobres en los beneficios del modelo durante el proceso reactivador y luego durante el
proceso de reforma estatal e inserción en el mercado mundial.
Reconstruir la institucionalidad del APRA, la democratización de sus
decisiones y renovar sus planteamientos es un proceso que puede tomar varios nombres:
refundación, actualización o modernización. Lo importante es construir
equilibrios, frente a la fuerza a veces avasalladora del líder carismático. Y estoy
seguro, que eso es también demanda del propio García. Pero también es obvio
que su proyecto no podrá tener un horizonte y el partido otro. Me da la impresión que
buscará cierta funcionalidad o coherencia ideopolítica para no crear fisuras.
Dentro de poco escucharemos que el APRA sin Alan García no es nada. En parte es cierto
por lo que he escrito líneas arriba, pero no olvidemos que el partido forma identidad
política con su proyecto ideológico, pero sobre todo con sus luchas sociales y
democratizadoras. Formar escuela política, es algo que Perú Posible, Unidad Nacional y
demás jamás podrán hacer en serio.