EL NUEVO IMPERIALISMO Y EL APRA
(PRIMER ARTICULO)

Descapitalizacion: Segunda Etapa del Imperialismo en Indoamérica (I)
por Marco Antonio Flores Villanueva (desde Boston, USA)

"El aprismo arranca filosóficamente del determinismo histórico de Marx y la
dialéctica hegeliana adoptada por él para su concepción del mundo.
Inspirándose en el principio de Hegel: "Dialéctica es la fuerza irresistible
ante la cual nada se mantiene firme en las cosas, es la progresiva
determinación inherente al pensamiento mismo y el resultado y negación de
éste"(Logik), y en la definición más específica de Engels: "La dialéctica no
es más que la ciencia de las leyes generales del movimiento y evolución de
la sociedad humana y el pensamiento"(Anti-During), el Aprismo fundamenta sus
normas de metodización filosófica en el enunciado dialéctico de la negación
de la negación. Reconoce así el principio universal del eterno movimiento,
cambio y devenir –avizorado por Heráclito y cada día mejor comprobado por
los progresos de la ciencia- como un proceso constante de contradicciones,
negaciones y continuidad, pero reconoce también en el marxismo una escuela
filosófica sujeta a la misma ley por ella descubierta y perfeccionada. En
efecto, quien adopte el marxismo como norma filosófica no
puede admitir, sin embargo, sus conclusiones doctrinarias como dogmas
inflexibles…Porque, o el marxismo es dogma yerto, inerte, cual un ídolo, o
es devenir vivo y móvil y, en este caso, queda también sujeto a la ley de la
negación de la negación".
Víctor Raúl Haya de la Torre

22 de febrero de 1970. Haya de la Torre escribía en Vitarte: "ningún país
subdesarrollado podrá salir de su retraso sin la ayuda económica y
tecnológica de los países desarrollados". La cita corresponde a la Nota de
la Tercera Edición del "El Antimperialismo y el APRA"; para muchos peruanos
el libro más importante del siglo XX.
Ciertamente el referido enunciado -que confirma la tesis pristina sobre el
Imperialismo en Indoamérica que Haya defendió desde 1924- ha sido
corroborado por la Historia. Pero dicha confirmación no se desprende de una
positiva verificación de su postulado, es decir, del reconocimiento de una
supuesta realidad incontrastable que sujetaría a los países centrales, por
insuperables leyes universales, a la perentoria necesidad de invertir sus
capitales en los países de la periferia, como es el caso de Indomérica,
vinculándonos así al devenir de la Historia Occidental, a los caprichos de
sus poderosos protagonistas, o a su magnánime cooperación como catalizadores
del desarrollo. Por el contrario, los últimos acontecimientos mundiales
confirman el apotegma de Haya, pero desde una perspectiva negativa para
Indoamérica y que parte del reconocimiento de un hecho que considero
histórico, y que obligaría a superar, dialécticamente, los postulados
programáticos de Víctor Raúl sobre el Imperialismo. Me estoy refiriendo a la
la ausencia crónica, y acaso definitiva, de la ayuda económica y tecnológica
de los países desarrollados, a través de inversiones verdaderamente
productivas en Indooamérica. Ello debido, principalmente, a las nuevas
tendencias que han adoptado los flujos de capital internacional (en su
localizacion y dirección), lo que hace materialmente imposible el desarrollo
de nuestros pueblos desde la perspectiva histórica, lineal y dominante, del
Capitalismo.
En efecto, una de las características del proyecto de Globalización,
fenómeno que no llegó a vivir Víctor Raúl, es que la inversión de capitales
internacionales se concentra en una creciente interaccion entre los propios
países centrales, cuya estratificación geográfica abarca a los Estados
Unidos,Japón, la Comunidad Económica Europea, los países de la Europa del
Este, China y los países del resto de Asia. Estas potencias se hallan
sumergidas en una superlucha que las obliga
a implementar agresivas políticas en materia de subsidios directos, derechos
de propiedad intelectual, beneficios fiscales y reglas de comercio
internacional, para captar e invertir capitales destinados al desarrollo de
nuevas tecnologías, fundamentalmente en el área de la informática, medios de
comunicación, robótica, biotecnología e ingeniería espacial. El objetivo:
ganar el liderazgo en el mercado internacional y gozar del beneficio de su
oligopolio.
Ese proyecto viene generando una gran demanda de crédito externo hacia los
países centrales vía el servicio de la Deuda Externa, y es
de tal magnitud que ha modificado el destino de las inversiones: de Norte a
Sur por Sur a Norte. En otras palabras, Indoamérica ha devinido en
exportadora de capitales a través del pago del servicio de la Deuda Externa.
Precisamente, esta nueva lógica tipifica el histórico cambio cualitativo
del Imperialismo en Indoamérica: El Imperialismo abandonó la política de
inversión de capitales productivos para devenir en importador de recursos
financieros. En consecuencia, nos enfrentamos ahora ante una nueva etapa del
Imperialismo en nuestros pueblos: La Desacapitalización Imperialista.
Empero, esta vez el Imperialismo atenta contra la dinámica y las bases del
sistema económico que trajo de ultramar. Por tanto, ya no será posible el
desarrollo del continente siguiendo el patrón dominante de acumulación
capitalista de industrialización y consumo. Por el contrario, se acentuará
en Indoamérica el progresivo deterioro de la Cultura del Capital, tal como
lo prueba la crisis terminal que viene afectando su base material (modo de
producción, patrones de consumo, sistema de representación política), que
pronto entrará en conflicto con las supértises bases subjetivas (culturales,
psicológicas, educativas) de un sistema económico y de un fenómeno cultural
dependiente, que languidece por la ausencia crónica de la inversión
extranjera.
Todo lo cual nos lleva a superar dialécticamente las tesis
de Haya de la Torre. La tarea ha comenzado.
Porque el Aprismo, o es dogma yerto, inerte, cual un ídolo,
o es devenir vivo y móvil y, en este caso, queda también sujeto a la ley de
la negación de la negación.

 

EL NUEVO IMPERIALISMO Y EL APRA
(SEGUNDO ARTICULO)
Descapitalización: Segunda Etapa del Imperialismo en Indoamérica (II)
por Marco Antonio Flores Villanueva (desde Boston, USA)

Importa agregar ahora que el Imperialismo de nuevo cuño ha renunciado a "la
tarea civilizadora y de modernización", a que se refiere Haya de la Torre
en"El Antimperialismo y el APRA".

Y el mejor instrumento político que prueba el gran viraje del Imperialismo
-hasta hace poco dual en sus propósitos-, es la Deuda Externa, por
susdevastadoras consecuencias en nuestras economías.

Pero antes de referirme al carácter unidimensional del Nuevo Imperialismo y
sus consecuencias, conviene recordar el concepto real de Deuda Externa,
entendida como la brutal transferencia de ingentes recursos financieros
desde la periferia hacia los países centrales, bajo el contralor del Fondo
Monetario Internacional y sus políticas de ajuste económico que buscan
asegurarse la continuidad de esos flujos de capital, para satisfacer las
mega-necesidades de los países industrializados y sus proyectos de
desarrollo de alta tecnología (robótica, ingeniería espacial,
biotecnología,etc.).

La Deuda Externa constituye instrumento de opresión económica y política, y
expresa el carácter unidimensional del Nuevo Imperialismo, a través de su
permanente acción descapitalizadora y predadora de nuestras empobrecidas
economías del Sur y en beneficio de las naciones desarrolladas del Norte.
Bajo la admininistración transnacional del FMI y sus políticas
macroeconómicas de ajuste y austeridad, es el Nuevo Imperialismo el que ha
comenzado a generar el colapso de la organización y la institucionalidad
capitalista, recreada en nuestros pueblos sobre la base de la inversión
productiva de capitales internacionales, ahora localizados en otraslatitudes
del planeta.

Son claros síntomas de la tendencial decadencia histórica del sistema
capitalista en las naciones del Sur, la ausencia crónica de inversiones
productivas, la extrema pobreza (distorciones que resultan naturales e
inclusive necesarias para la perspectiva unilineal de desarrollo asimétrico,
porque no las considera realidades modificables) y el acelerado proceso de
degeneración social. Una expresión de dicha realidad es el denominado
Fenómeno de Lumpenización, caracterizado por la violencia política y la
creciente violencia urbana, que ponen en peligro la seguridad de la
ciudadanía y el Estado de Derecho.

Otros síntomas que revelan el proceso global de desintegración de la
organización societal capitalista en Indoamérica son, en primer lugar, una
sensación de anómia que parte de tres factores: crisis económica, crisis de
legitimidad y de representación política y crisis moral. En segundo término,
una sensación de pérdida de un lugar en el mundo, puesto que en la
perspectiva comercial de los países centrales somos tendencialmente
prescindibles. Y en tercer lugar, una sensación de pérdida del futuro,
puesto que dentro de la categoría histórica unilineal de los países
desarrollados resultamos sociedades obsoletas (F.C. Weffort).

La desintegración del concepto dual del Imperialismo se pone, pues, de
manifiesto por el panorama sombrío de devastación societal que deja a su
paso. El Nuevo Imperialismo ni crea civilización, ni moderniza nuestros
pueblos; por el contrario, sojuzga y destruye, con una acción extractiva sin
parangón que amenaza con poner fin a toda forma de organización occidental
desde la Patagonia hasta el sur del Río Grande.

Esa acción depredadora Imperialista ha devenido, también, destructuctora de
nuestro Ecosistema, muy a pesar de la hipócrita imagen conservacionista de
los principales líderes del mundo desarrollado, quienes se niegan a
ratificar la Convención de Basilea o de Kyoto, documentos que obligan a las
naciones industrializadas a dejar de utilizar el ámbito geográfico del
tercer mundo como basurero de los desechos tóxicos que producen los países
centrales
(Wilfredo Pérez Ruiz).

Por tanto, la lógica del Nuevo Imperialismo, unidimensional y
descapitalizante, excluyente y dominante, plantea a Indoamérica ya no un
problema cuantitativo de crecimiento económico, sino un problema cualitativo
de desarrollo histórico, que nos obliga a reformular el viejo postulado de
Haya de la Torre sobre el capitalismo "como paso necesario, período
inevitable en el proceso de desarrollo histórico de nuestros pueblos".

 

EL NUEVO INPERIALISMO Y EL APRA
(TERCER ARTICULO)
Hacia la superación dialéctica del pensamieno de Haya de la Torre (I)
por Marco Antonio Flores Villanueva (desde Boston, USA)


Sostemos, pues, que el Imperialismo de nuevo cuño ha abandonado la política
de inversión de capitales productivos, para devenir importador de recursos
financieros vía el servicio de la Deuda Externa.

Afirmamos que Indoamérica vive una nueva etapa Imperialista, cuya principal
característica es el fenómeno de descapitalización que afecta a la Cultura
del Capital en nuestros pueblos (primero a sus bases materiales y luego a
sus bases subjetivas, que languidecen por la ausencia crónica de la
inversión extranjera).

Concluímos que el Nuevo Imperialismo "ni crea civilización, ni moderniza
nuestros pueblos"; por el contrario, sojuzga y destruye, por su acción de
descapitalización, lo que enerva el viejo concepto dual del Imperialismo.

De modo pues que este nuevo Imperialismo Descapitalizador nos plantea un
problema cualitativo de desarrollo histórico, porque atenta contra la
dinámica y las bases del sistema económico y cultural que trajo de ultramar:
El propio Capitalismo.

Ello nos obliga a reformular el viejo postulado de Haya de la Torre sobre el
capitalismo, "como paso necesario, período inevitable en la evolución
histórica de Indoamérica".

En primer lugar, la propuesta de Haya parte del análisis de un fenómeno
económico y político superado por la Historia: El Imperialismo de su tiempo,
que se caracterizó por la expansión intensiva, sostenida y directa de
recursos financieros y la ampliación cuantitativa en la explotación de
fuerza de trabajo barata. Fue ésta política integral de expansión
imperialista, pródiga en recursos financieros, la que dió vida y recreó en
Indoamérica un nuevo sector de economía moderna, pero dependiente del
capital internacional y de la tecnología extranjera.

Hoy, las nuevas tendencias de inversión de capitales productivos no se
concentran en Latinoamerica sino en los propios países desarrollados,
quienes dirigen esos recursos hacia la producción de alta tecnología,
generando así una gran demanda de crédito externo que ha sido cubierto a
través del servicio de la Deuda Externa. Ello modificó la dirección en los
destinos de capital, de Norte a Sur por Sur a Norte. Y, en lo relativo a la
fuerza de trabajo, el desarrollo capitalista viene experimentando una
expansión cualitativa en la organización de sus procesos productivos,
mediante el empleo del conocimiento cientifico sobre la base de la
informática, la robotización y la biotecnología, generándo una escasa
demanda de mano de obra.

En segundo lugar, en la perspectiva epocal de Haya de la Torre gravitó el
horizonte utópico del Socialismo, para cuyo logro el tránsito por un período
de capitalismo nacional, bajo el contralor del Estado Antimperialista,
resultaba del todo justificado. Hoy, si la acción extractiva y depredadora
del Nuevo Imperialismo, descapitalizante y excluyente, hacen tendencialmente
imposible el desarrollo de cualquier capitalismo, sea éste dependiente o
nacional, el Socialismo resulta pues del todo inconcebible y, ambos, ajenos
a nuestra realidad.

Ahora bien, como podrá observarse del análisis de líneas ut supra, el
cuestionamiento que nos plantea la nueva lógica de la Desacapitalización
Imperialista va mucho más allá. Porque al cerrarnos las puertas al horizonte
utópico del Capitalismo y del Socialismo, no ha hecho otra cosa que expulsar
a Indoamérica de la cadena histórica de evolución y desarrollo de Occidente,
poniendo así punto final a un largo proceso que se gestó violentamente hace
quinientos años.

Ello nos devuelve a la necesidad de iniciar la búsqueda de nuestra propia
Historia, retomando el hilo conductor allí donde sufrió fractura. Pero
entiéndase bien que esa búsqueda habrá de implicar el uso de nuevosconceptos
y de una nueva forma de interpretación de la realidad Indoamericana. Porque
¿Será posible continuar aplicando patrones de racionalismo positivista
occidental, para auscultar la nueva realidad Indoamericana? ¿Podemos seguir
utilizando arquetipos cientistas-positivistas occidentales para descubrir
nuestra realidad y aventurarnos hacia un nuevo futuro? ¿O, por el contrario,
se hace necesaria una nueva forma de auscultar y de observar nuestros
problemas?

La respuesta a las dos primeras interrogantes es NO. La respuesta a la
última interrogante es, definitivamente, SI.

 

EL NUEVO IMPERIALISMO Y EL APRA
(CUARTO ARTICULO)

Hacia la superación dialéctica del pensamiento de Haya de la Torre (II
por Marco Antonio Flores Villanueva (desde Boston, USA)

Hemos establecido que Capitalismo y Socialismo constituyen fenómenos
económicos ajenos a la realidad histórica de Indoamérica. El primero, porque
al depender de inversiones productivas internacionales que ahora se
encuentran localizadas en otras latitudes del planeta, empieza a declinar,
confirmando así que es un fenómeno económico y cultural atípico,
desconectado de nuestra geografía y de nuestra propia historia. El segundo,
porque deviene imposible en su realización, como consecuencia de la
tendencial defección del capitalismo en el continente, por acción del nuevo
Imperialismo, descapitalizador y predador de nuestras empobrecidas
economías.

Ello nos devuelve a la necesidad de iniciar la búsqueda de nuestra propia
Historia, desde el punto exacto donde sufrió fractura por la Conquista.
Esepunto de partida no puede ser otro que la Indoamérica ancestral, ahora
supértise de la defección de la Cultura del Capital.

Empero, ya advertimos al lector (ver el artículo precedente "Hacia la
superación dialéctica del pensamiento de Haya de la Torre (I)"), que esa
búsqueda implica el uso de nuevos conceptos y de una nueva estructura de
interpretación, que nos permita, en primer lugar, situar realistamente la
emergente especificidad de la Indoamérica ancestral en un nuevo contexto
histórico; y en segundo termino, dotarla de un referente utópico que haga
posible su futuro desarrollo, partiendo de sus propias tradiciones.

Así, la premisa acotada en el párrafo precedente descarta de plano la
observación de la Indoamérica ancestral, desde el referente historicista y
monocultural de Occidente.

Descarta también la unilateral concepción de la cosmovisión del mundo
concebida como un "universo", y propone un adecuado concepto que explique y
reconozca la diversidad cultural polifónica del mundo, identificado como
"pluriverso".

Consecuentemente, términos como Capitalismo, Socialismo o Globalización
-cuyos referentes históricos y geográficos responden a necesidades propias
de otras formaciones sociales distintas de Indoamérica o a horizontes
utópicos de ultramar-, denotan la expansión imperial de la historia
económica, política, social y cultural de los países centrales hacia la
periferia, sobre la base de proyectos totalizantes y excluyentes de nuestras
propias y particulares necesidades.

En ese orden de ideas, la premisa que nos ocupa niega y relativiza el
concepto de "desarrollo" y de "progreso", en los términos a que se refiere
el horizonte utópico Occidental, porque dichos conceptos deben ser el
resultado de una libre valoración que responda a las necesidades de cada
pueblo y a las perspectivas de su propia y particular historia.

Por consiguiente, se reconoce entonces la existencia no de una sino de
"varias historias", que expresan la concurrencia de todas las diversidades
en un mismo espacio compartido o "pluriverso". La propia Indoamérica -en
oposición a la apócrifa idea de unidad que pretende otorgarle la
universalidad occidental-, constituye una pluralidad de tradiciones "con
muchos rostros". Cada rostro es una historia distinta con su propio devenir,
motivado por un referente utópico que es preciso descubrir.

En tal sentido, la unidad indoamericana se afirma en la realización de todas
sus utopías como único camino para alcanzar su libertad.

A partir de los presupuestos metodológicos y conceptuales referidos en
líneas ut supra, podemos ahora sí enfrentar la tarea de construir una
propuesta alternativa a la cultura del capital desde nuestras propias
coordenadas.

En lo que se refiere al Perú, y en general a los países andinos, la
defección del Capitalismo en nuestros pueblos y la búsqueda de nuestra
propia Historia, debe remitirnos al referente histórico expresado en sus
tradicionales manifestaciones de vida comunitaria y de organización
solidaria de la sociedad.

Ello ha de implicar no únicamente el rescate valorativo de las formas
materiales constitutivas de ese tipo de sociedad, sino también la
reinterpretación de su propio imaginario para el relanzamiento de una
propuesta histórica que, aunque persistente en el tiempo, habrá de ser
dotada de sistematización y racionalidad, en un proceso de síntesis que
busque la inserción de la diversidad del mundo en lo propio (resolviéndose
así la contradición entre lo "particular" y lo "universal").

Esa propuesta histórica, fruto del imaginario indígena, tiene un nombre:
PACHACUTI.

 

EL NUEVO IMPERIALISMO Y EL APRA
(QUINTO ARTICULO)
PACHACUTI: La Nueva Utopía Revolucionaria
por Marco Antonio Flores Villanueva (desde Boston, USA)

La búsqueda de la conciencia histórica indoamericana, nos ha
llevado a reconocer su propia diversidad: Una pluralidad de tradiciones "con
muchos rostros". Cada rostro tiene una historia y cada historia su propio
devenir, motivado por un horizonte utópico que es preciso descubrir, por el
fracaso del Capitalismo en Indoamérica -hoy en fuga-, y la consecuente
frustración del Socialismo, como una utopía realizable y deseable.

No obstante hemos de ratificar -a propósito del enunciado de
líneas ut supra y del prefijo histórico que lo sustenta, comprobación por lo
demás reiterativa de nuestra propia especificidad-, que el objetivo de
nuestros esfuerzos, que aquí defendemos, se encaminan hacia la
transformación y la liberación de Indoamérica.

Ahora bien, volviendo al marco conceptual de la búsqueda de
una conciencia indoamericana dentro de la diversidad polifónica de nuestras
naciones, el Perú y los países andinos representan la voz ancestral de un
referente histórico que se remite a sus tradicionales manifestaciones de
vida comunitaria y de organización solidaria de la sociedad.

El rescate valorativo de las bases constitutivas de ese
tipo de sociedad, ha sido prolijamente sustentado y ponderado por destacados
investigadores y ensayistas. Más adelante volveremos sobre ese punto. Lo que
importa resaltar ahora es que nuestro interés no se limita únicamente a la
reconsideración de elementos tales como la solidaridad y la vida comunitaria
-factores que también explican la
persistente longevidad de la formación social andina-, sino que se extiende
a la esperanza que la anima, al élan vital que la orienta, al referente
utópico que ha sido fruto de una racionalidad que es parte de su propio
imaginario.

Esa esperanza es el PACHACUTI, o la intuición de la
colectividad indígena que atisba el regreso de su civilización, hecho que se
produciría indefectiblemente como consecuencua de una "vuelta del mundo"
(Gutierrez de Santa Clara), como una "vuelta del tiempo" (Cobo), es decir,
por el paso de un ciclo a otro, cada uno de los cuales tendría una duración
de 500 años(Flores Galindo, citando a Imbelloni).

Hoy, ante la defección del Capitalismo y del Socialismo, y
precisamente quinientos años después, la comprobación histórica de ese
atisbo indígena, de esa Utopía -que hunde sus raíces
en nuestras propias tradiciones-, emerge dramáticamente, pero desde otra
perspectiva. Una nueva perspectiva que, SUBRAYAMOS, niega el regreso
ahistórico y romántico de una sociedad incaica, pero que afirma la necesidad
de rescatar el referente utópico del PACHACUTI, con el objeto de dar
comienzo a un nuevo orden moral, económico y político (Imbelloni), para una
renovación de la vida humana (Morúa), sobre la base de nuevas maneras de
existir (Cabello de Balboa).

Es así como la búsqueda filosófica y política de un nuevo
horizonte utópico para nuestros pueblos, podrá ser reorientada y dirigida
hacia nuestra propia historia, bajo el influjo señero del referente
PACHACUTI, reinterpretado ahora como un paso hacia adelante para la
construcción de una concepción de la historia, distinta del parámetro
unilineal, excluyente y totalizante de la universalidad occidental.

Y puesto que el término señero PACHACUTI niega y relativiza
patrones utópicos que vienen de ultramar, propone entonces dar inicio a una
profunda transformación revolucionaria de las bases materiales y subjetivas
de nuestras sociedades, con una propuesta multidimensional dirigida a
modificar radicalmente la totalidad de la la vida en nuestros pueblos.

La transformación que propone el referente utópico del
PACHACUTI, ciertamente pasa por una acción política dirigida hacia la
construcción material de una nueva sociedad, -es decir, una nueva forma de
hacer política, una nueva forma de organizar nuestra economía, una nueva
estructura de poder político, social y cultural. Pero el énfasis en toda
esta obra formidable de cambio y renovasión de la vida indoamericana, habrá
de concentrarse en la dimensión espiritual y humana de sus postulados y sus
propósitos, es decir, la creación heroica de una nueva racionalidad
indoamericana, sobre la base de la renovación de la vida afectiva y de la
existencia plena, de la solidaridad entre los hombres y del respeto por la
naturaleza, desde nuestro propio espacio y tiempo historico.

Porque ningún programa político que aspire a la liberación
de Indoamérica, podrá renunciar a la búsqueda de la felicidad y al derecho
que le asiste, a todo ser humano, de hacer realidad su proyecto de vida .

 

EL NUEVO IMPERIALISMO Y EL APRA
(SEXTO ARTICULO)
PACHACUTI: El sentido de nuestra misión
por Marco Antonio Flores Villanueva, desde Boston, USA

Al influjo del apotegma martiano "Injértese en nuestras repúblicas el
mundo; pero el tronco ha de ser de nuestras repúblicas", el Pachacuti se
afirma como un acto de profunda transformación, como un cambio de las bases
materiales y subjetivas de nuestra vida cotidiana, desde nuestra propia
especificidad histórica.
En ese orden de ideas, el sentido de nuestra misión habrá de dirigirse
hacia la construcción de un nuevo orden moral, económico y político.
En el campo económico, reinsertar la Economía al contexto social y
ecológico de nuestros pueblos y concebirla desde un enfoque multidimensional
o de carácter sistémico, que entiende por Economía "un sistema vivo
compuesto por seres humanos y organizaciones sociales en continua
interacción con los sistemas ambientales de los cuales nuestras vidas
dependen" (Fritjof Kapra).
En ese sentido, la Economía Sistémica no se dirige hacia la maximización
de la producción y el consumo; por el contrario, sus esfuerzos se encaminan
hacia el desarrollo integral del bienestar humano en el marco de una
totalidad de variables o de políticas entre las cuales la Economía es
considerada como un elemento más para la consecución de dicho fin.
Ahora bien, implementar los objetivos de la nueva Economía Sistémica ha de
exigir la inmediata democratización de las decisiones en materia de Política
Económica, favoreciendo la participación de las organizaciones sociales y de
las fuerzas productivas de la nación, para la consecución de sus fines en el
marco de un gran Plan de Desarrollo Nacional.
De otro lado, invertir para darle mayor productividad al capital humano,
podría ser la revolución de hoy y la esperanza del futuro.
Adoptar esta política significará, necesariamente, un recambio en el foco
de interés del Estado y la Sociedad, teniendo como principal factor
económico a la persona humana, motor del desarrollo.
Hoy la preparación intelectual para afrontar tareas que requieren mayor
especialización y sofisticación no es solamente condición necesaria para
acceder, con posibilidades de competitividad, en el mercado internacional,
sino que además constituye herramienta vital y viga maestra para la
investigación y captación de nuevas tecnologías dirigidas al desarrollo
nacional.
Precisamente, la aplicación de políticas de reformulación de la educación
en todos sus niveles, con el propósito de darle "valor agregado" al capital
humano, fueron determinantes para el desarrollo científico-tecnológico de
los países del sudeste asiático (1).
Sobre el particular, América Latina exhibe un panorama sombrío, casi
desolador. Las estadísticas señalan, según datos del Banco Mundial, que
solamente 8 de cada 100 niños en edades menores de 5 años reciben educación
preescolar. En cuanto a la educación media, solamente la mitad de los
jóvenes en edad de cursarla la está recibiendo. 18 de cada 100 personas se
inscriben en las universidades o institutos superiores. En lo que se refiere
a la población de 25 y 50 años, que comprende los programas de
actualización y postgrado, solamente están matriculados menos del 10% (2).
A finales de la década de los ochenta, cuando Latinoamérica contaba con 450
millones de habitantes, solamente 100 millones de personas recibían
educación, es decir, alrededor del 22%, y el número absoluto de analfabetos
no disminuye.
Todo lo cual demuestra que hay mucho por hacer en Indoamérica, en el
marco de una agresiva política de integración continental, para revertir las
estadísticas de evidente atraso en la atención del capital humano en
materia de educación. Así también lo confirman los índices en materia de
salud, alimentación, seguridad social y vivienda, igualmente preocupantes y
de impostergable solución.
Por tanto, es preciso conciliar esas variables, cancelar sus índices
negativos y superar el déficit de desarrollo humano que nos caracteriza,
adoptando políticas de concertación democrática en todas las esferas de la
sociedad. Porque ello nos permitirá -como primer paso realista a una
iniciativa más radical en el futuro-, administrar una política dual que
busque orientar nuestras economías hacia la exportación de materias primas
con valor agregado, pero cuya promoción implique la transformación de la
estructura productiva de nuestro países y el reforzamiento de su actividad
interna financiándola. Así será viable construir, paralelamente, una
articulada y sólida economía nacional que atienda la creación de un mercado
interno, orientado a satisfacer nuestras necesidades más urgentes.
Pero será imposible armonizar y coordinar ambos conceptos, sino contamos
con un organismo concertador y planificador que los integre, con un criterio
técnico y descentralizador. En nuestro país la propuesta existe de antaño y
fue formulada por un distinguido Haya de la Torre, años antes que los países
del sudeste asiático la pusieran en práctica con rotundo éxito, a través de
los denominados Consejos de Planificación Económica (3).
Por ello, más allá de la mezquindad de la política y de las resistencias
que aún suscita esa propuesta, inclusive al interior de la propia APRA, hoy
debemos reconocer, a la luz del inicial éxito de la experiencia del sudeste
asiático, que la propuesta visionaria de Víctor Raúl Haya de la Torre de
construir un Congreso Económico Nacional, es tema de palpitante actualidad y
alternativa realista, social y democrática, que hoy debemos acometer.
Con el mismo temperamento de amplitud de criterios, y a la luz de nuestra
frustrante pero aleccionadora experiencia histórica, debemos reconciliarnos
con otras de sus propuestas que signifiquen concertación, planificación,
descentralización y progreso técnico. En lo que se refiere a la deuda
externa, dicho tópico continúa siendo uno de los más importantes factores de
atraso en nuestros países (4). A ella acudimos los peruanos a negociar
desarmados sobre la base de la im~T'2|8_P%6I.R/1^5@eN~@l>| +)Q.Ij# //B5ʄml;GO,)k- VZV5N9 ytaT`R(MQU*h A}scɋ2ic idR6ЀwvGի]:6"d_RiI⛊uTJ?=DUY| 1zQ!th3ސBtduq~ |Z1\ T0#յ>·/`P'`^!]d #'m1ءp7$^ gH>4׵.nW+|smQ1KUI7iIDұp)EX;LpSN},"G&<)Oۧԟ7+`[ P{7J/-'&BތPd7],9%7oO 21>EK`kIV!ՓՐScT[s^+T?I!x;Q`^3 [& a2D k?Fd _"ذn  Oqpv,Hu&Lx Wi.d|Ny 0ҷɱ_?fd&r>o[X:,@ ;xAx!'Eǂ{aЊSYo9(an˚D07U+yP.J*ێP%p3 ssOӗOoI;)NUlpgPp*UW$ xP򎨪T48[< 8vͲg!)uĥ(27},׃'`.[`9W~GĔg2%s+ Rh:AJj[[xD 2arл@原Rz̔dDjgӯrNc0%xdhs-d|EBiC,+0=<`y c Np9(`='k DF$ qYFJ}գSGSu??*BC ,N|X!;" Uj>^:8gRGBCߩWZPVE8yP2XJՆs 1no4, g/\/vdYi *X0GĚFm+ a&Ie^aVYE)W1](B ޚjzĆsURM<8х-=aB 0cOddJMCE4Ю) H(׸h^sc[pxc Ɇq9 fN7@9IaA ("$!x`Å1@ޘ*q R '$8^"o[/) N~T'ò 1k#LODfVOQ˵az, ߽:@+̔$IA`c  cK€@O1%̘Fbc(ӤpG"ZPE+2zMyX =7* %aJʴ{(ŇI%IV,69}%P/P% J3`Mh,stӘ.DD侀 K!͘I<$x UD?މz8!Q`F̹uZ|9u (#+<_ G u^zpW8ᲦJ * H:'We -Aw\W.&J#ʃuJ!l iZ$^wƄMNi&j"Uڎ&>snM6"}1,d+m6xMʹyK0t8L ,+ݰXJIOyZYDa,@"wj%aLx)gcppAH jV"/=bjZ$E78c"Ee6|H@Ւpzu裎8a1bAaE!2XP%>7a$rUA͸EyDlQ$:ipU$f d뛠# /AbI/(BL)9)S#>E = 3%w( Xe'1oŊ*BPw|(WBG3 }CBF0 ȠGQEQشz` [r'- kdn!pKoBIJAz3 +E L:8h+D'4xzU\Y=V'ߠ :Zx'Q5p3*A, t@eX}jm;Bl"a^ W ^aJ𒀬{(0aXⰉp,)9 ,XCK?GXRPb_d10OEJWj@Ae ç'CbU3Рpn_@.]6HON%Jrx )sBF߱ `'om <2hwh.]Bx|KyX&9.l\I.^LJV9Vʆ5 404$A_<1ȏAWHҨ(XȁE2 x-6#!B/o_8+xгeJoY?SD%Uߝ8W_8μBQ:#;er<UPlwgQ״6^}sFL>c^wF{cpm5 ys,/DwwF'-)}Ewv4xKG'HG.t7Mmxs2u}!YlQ0)DVpit+ќR:LGZ3,9?PQ͊H"ظ$-fںLZ4tF4yFR3F@fO rȧ]rSUl"']97]ٗx!N-ʖIk}Ԯi)~ -0KPӂZq6кQ%b^8aH)p!58hu_ %!+P1 v+I׀|ijs̤_|,y<ϓx\f2p0oFjfC&~i$I/ \g0gŒ$vn[^D%x%emás la tarea de largo aliento de transformar el modelo fabril de
la educación escolarizada, basada en los pilares de puntualidad, obediencia
y trabajo mecánico, los mismos que reproducen y retroalimentan la cultura
del capital, y cuyo objetivo es y ha sido siempre alumbrar al mercado el
prototipo del autómata, ideal para las tareas que requiere el deshumanizador
sistema dominante (7).
Así, la transformación del modelo fabril de la educación escolarizada
estará orientada, en el futuro, a romper y disolver el carácter social (8)
que sostiene y da vida a la cultura del capital y a sus elementos: la
vorágine del progreso por el progreso, el culto a la compra-venta, la
perfección de las cosas antes que la perfección del ser, la loca carrera del
tener egoísta y narcisista; elementos que han deshumanizado al Hombre y han
puesto en peligro su propia existencia.
Y porque necesitamos un programa de alternativa que sea, a la vez para el
desarrollo y también para la revolución política" (9), la Revolución
Cultural debe buscar, en una fase superior, la desescolarización de la
sociedad (10) para la reestructuración del sistema de necesidades en el
Hombre y la recomposición de sus relaciones afectivas inmediatas, porque la
ilógica del sistema fabril de educación termina, además, por "capacitar a
una minoría graduada para una producción económicamente mayor" y, luego,
"esta minoría se vuelve tan productiva que se hace preciso enseñar a la
mayoría solamente a consumir disciplinadamente". Ello termina
irremediablemente, por retroalimentar a la cultura del capital (11).
Por lo tanto, si el punto de partida de la sociedad de consumo es
únicamente darle importancia a la mayor productividad del capital humano,
para la Revolución Cultural será de capital importancia volver al Hombre
para volver hacer de él un verdadero Ser Humano.
La segunda medida a futuro para la construcción de una cultura
alternativa al capital es la reformulación de la institución de la Familia.
Para los conservadores del statu quo, esta propuesta llama a escándalo. Pero
lo cierto es que la cultura del capital ha sido precisamente la disociadora
de la denominada "estructura tradicional" de la familia. En efecto, como
bien lo han señalado Alvin Toffler y otros investigadores, durante el
período precapitalista la estructura familiar era de carácter
multigeneracional (tíos, primos, abuelos bajo un mismo techo, trabajando
juntos como unidad económica) y democrática. Al surgir la Revolución
Industrial, el trabajo se trasladó a las fábricas, obligando a los
trabajadores a derivar las funciones de la familia a instituciones
especializadas (escuelas para los niños, asilos para los ancianos). Así se
redujo la estructura de la familia a la unidad básica nuclear y
antidemocráticamente jerarquizada de padres e hijos. Pero este fenómeno de
reducción hacia la "unidad de la soledad" continúa, pues las exigencias de
la competitividad y mayor producción de la sociedad de consumo crecen al
infinito. Ya las nuevas parejas no quieren hijos y los hijos de nuestros
padres sencillamente soslayan el matrimonio. Ello también explica la
declinación del matrimonio como institución, el auge de las "relaciones
sexuales libres" como producto de la disolución de las relaciones afectivas
inmediatas en el seno de la familia y, finalmente, la crisis de
una cultura afectiva en la sociedad.
Todo lo cual es el perfecto caldo de cultivo para una sociedad agresiva,
autoritaria, antisolidaria y salvaje, hipócrita en sus relaciones sociales
y extremadamente competitiva hasta el exterminio del otro.
Por ello, rescatar a la familia es una actitud contestataria a la lógica
del capital. Atacar la antidemocrática estructura jerarquizada y patriarcal
que la caracteriza, y que reproduce los valores acríticos de la cultura del
capital, engendrando en su seno su propio exterminio, es tarea prioritaria.
Sobre el particular, Agnes Heller y Ferenc Feher han señalado con razón que
"el régimen paternalista, haciendo prueba de una sabiduría política
espontánea, ha comprendido las ventajas de una estructura familiar
autoritaria... En efecto, es un terreno fértil para producir en masa
personalidades autoritarias cuya moral innata es la obediencia acrítica a
las autoridades" (12).
En la misma línea, rescatar a la familia significa también la
recomposición de sus relaciones afectivas inmediatas. A dicho propósito se
suma la desescolarización de la sociedad, propuesta que se integra al
círculo virtuoso generado por la aplicación de la Revolución Cultural, que
también beneficia la reinserción de los padres al seno familiar, al
modificar las bases del sistema industrial.(13)
Así, la construcción de una cultura alternativa al capital no es
solamente la reformulación de nuestros países en términos materiales. A
nuestra propuesta social y democrática también le concierne la
reestructuración de nuestro sistema de necesidades, la recomposición de
nuestras relaciones afectivas y la transformación de nuestra vida cotidiana,
para la construcción de un mundo más humano y realmente libre.


NOTAS


1) Actualmente, Japón tiene la mayor proporción de profesionales
graduados en ciencias exactas y, de otro lado, Corea exhibe una tasa de
educación escolar superior a las de Francia y el Reino Unido. "De la cohorte
de jóvenes entre 17 y 18 años, Corea tiene en los colegios el 85%, mientras
Francia tiene 75% y Gran Bretaña sólo 46%". Tomado de "Megatrends 2,000" por
J. Naisbitt y P. Aburdene, en "América Latina: Interrogante Angustioso".
Publicaciones Violeta Inc. Miami, Florida, 1991. de J.J. Salcedo, H.Bernal
Alarcón y N. Gutiérrez.
2) Estas cifras contrastan dramáticamente con aquellas que exhiben los
países del sudeste asiático: "En programas de postgrado en las Universidades
de los Estados Unidos se encuentran estudiando más de 7,000 taiwaneses y
aproximadamente 36,000 jóvenes procedentes de China continental. Mientras
tanto disminuye en forma considerable el número de estudiantes
latinoamericanos en estudios de postgrado en universidades norteamericanas y
europeas". J.J. Salcedo, H. Bernal Alarcón y N. Gutiérrez. Obra citada. p.
195.
3) "Un elemento común a todos los dragones es que, para administrar esa
política dual, establecieron un superpoder, que en Corea fue el Consejo de
Planificación Económica, el cual centralizó y coordinó todas las acciones
que, de otra manera, habrían quedado aisladas en diversos ministerios. Esos
organismos fueron los que administraron los planes quinquenales... La nueva
entidad reunía los poderes de planificación y la tarea crucial de elaborar
el presupuesto. Decidía también sobre el endeudamiento externo y la
inversión extranjera". Alfredo Barnechea. Obra citada. ps. 221 y 265.
4) En cifras redondas, entre 1990 y 1996 la deuda externa del Perú
creció $ 6,000 millones de dólares, es decir, en la misma proporción que en
el período 1985-1989, período en que el país fue declarado inelegible por
los Organismos Financieros Internacionales (Perú, Deuda Externa.-1985: $
12,788 millones; 1989: $ 18,542 millones; 1990: $ 19,762 millones; 1996: $
24,800 millones. Fuente: Banco Central de Reserva). Ahora bien, si tomamos
en cuenta la sorprendente y controvertida Nota Semanal No. 22 (1997) del
Banco Central de Reserva, la referida relación igualitaria en materia de
crecimiento de la deuda externa se rompe, con un dramático saldo largamente
negativo para la Administración Fujimori, toda vez que, en cifras redondas y
sobre la base de esa nueva información, entre 1985 y 1989, período en el que
el país, reiteramos, fue declarado inelegible por los Organismos Financieros
Internacionales, la deuda externa creció solamente $ 6,000 millones, contra
los fabulosos $ 13,000 millones de incremento que ha significado el período
1990-1996, y que corresponde al período de elegibilidad y de "magníficas"
(?) e "inmejorables" (?) relaciones con el FMI. Huelga mayor comentario.
5) Los últimos acontecimientos que se suscitaron el 97 en torno al monto
real de nuestra deuda externa, no hacen sino confirmar nuestro diagnóstico
relativo al manejo antitécnico, tanto de sus índices como de la propia
negociación con los Organismos Financieros Internacionales.
6) En el plano estrictamente político, para la materialización de un Plan
Integral de Desarrollo Nacional se requiere la movilización, la
participación y el consenso de la sociedad civil, transformando el sistema
de representación política vigente en Indoamérica por una Democracia
Integral de tipo FUNCIONAL, en oposición a la demoliberal. Ver en Opinión
Aprista mi artículo "Respuesta al discurso Neoliberal de Alfonso Ugarte", a
propósito del documento publicado en Pueblo Continente durante las
Elecciones Generales del 2000.
7) "Si se lograra encajar previamente a los jóvenes en el sistema
industrial, ello facilitaría en gran medida la resolución posterior de los
problemas de disciplina industrial. El resultado fue otra estructura central
de todas las sociedades de la segunda ola: la educación general (o
escolarizada)... (el "programa encubierto") se componía -y sigue
componiéndose en la mayor parte de las naciones industriales- de tres
clases: una, de puntualidad; otra, de obediencia y otra de trabajo mecánico
y repetitivo. El trabajo de la fábrica exigía hombres y mujeres preparados
para trabajar como esclavos en máquinas o en oficinas, realizando
operaciones brutalmente repetitivas". Alvin Toffler. "La Tercera Ola" Plaza
& Janés Editores, 1980
8) "¿Cuál es la causa por la cual una sociedad logra asegurarse la
lealtad de la mayoría de sus miembros, aunque estos sufran bajo el sistema y
aunque su razón les diga que la lealtad a ella las perjudica?... La
respuesta es el carácter social. Cuando una sociedad ha logrado moldear la
estructura del carácter del hombre común de modo tal que le guste hacer lo
que debe hacer, éste se siente satisfecho con las condiciones que le impone
la sociedad... Puede hacer lo que quiere por que sólo quiere lo que sabe
hacer... cumple los requisitos de una sociedad que necesita de hombres
sumisos para funcionar adecuadamente". Erich Fromm. "Sobre la Desobediencia
y otros Ensayos". Editorial Paidos. 1989.
9) Iván Illich. "En América ¿Para qué sirve la escuela?, Barral Ed.
Barcelona, España. Generalmente, el nombre de Iván Illich es confundido con
el fundador de la Rusia Soviética. Valga entonces la aclaración.
10) En un primer momento, el programa de desescolarización contemplará
la transformación de los actuales colegios o prisiones de educación fabril,
en centros de información en todos los campos de la cultura, el arte, la
ciencia y el saber; en núcleos de capacitación e investigación para los
educadores y para el educando y, finalmente, en instituciones de integración
social y educación familiar para padres e hijos.
11) Iván Illich, Obra citada.
12) Agnes Heller y Ferenc Feher. "Marxisme et Démocratie Au-delá du
"Socialisme Réel". Maspero, París, 1981. Agnes Heller se pregunta "¿Cómo
imaginar el desarrollo del consenso si los ciudadanos del Estado no están
acostumbrados desde su infancia, a participar activamente en las decisiones
comunitarias, a discutir racionalmente? Sólo podremos decidir en conjunto si
aprendemos a vivir los unos con los otros". A. Heller. "Para cambiar la
vida" (Entrevista de F. Adornato). Crítica, Barcelona, 1982.
13) Es decir, el sistema escolarizado de educación fabril y la
antidemocrática estructura jerarquizada y patriarcal de la familia.

 

 

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