Globalistas y Antimperialistas:

Dos tendencias al interior del Aprismo

 

                 Viene esta nueva intervención para ratificar lo dicho en la nota prologal de mi ponencia que, sobre Modernización del Aprismo, presenté en el evento de Miami de fecha 9 de Marzo último (ver “Reflexiones en torno a la Modernización del Aprismo: Una nota prologal y tres temas para la reinvención del Antimperialismo Aprista”). Como ya lo señaló también el compañero Alfonso Ramos Alva en conferencia virtual de fecha 6 del actual, existe una intencionalidad que se manifiesta en cierto sector del Aprismo de ignorar el fenómeno del Imperialismo, haciendo uso intensivo de términos como “Globalización” o “Mundialización”.

 

                 Sobre el particular quiero, en primer lugar, establecer un marco conceptual de lo que significa el término “Globalización”, subrayando su doble acepción para descubrir porqué ciertos sectores del Aprismo prefieren hablar precisamente de “Globalización” o “Mundialización”, en su propósito de soslayar el importante y trascendental término “Imperialismo”.

 

                 James Petras y Henry Veltmeyer en su interesante libro en Inglés “Globalization Unmasked: Imperialism in the 21st Century”, se ocupan del doble significado que encierra el término “Globalización”. Lo tipifican tanto como una descripción (y como tal una explicación) y también como una prescripción (y como tal una ideología). A continuación los autores apuntan que la Globalizaión como descripción, vale decir explicación, se refiere “a los flujos de capital, de tecnología e información, dentro de un único e integrado mercado global”. En ese contexto “la Globalización es usualmente asociada con los cambios producidos en la organización capitalista” y, en general, “con la expansión de los valores y cultura asociada con ese desarrollo”.

 

                      Como prescripción, es decir como ideología, la Globalización significa “la liberalización de mercados nacionales e internacionales en la creencia que el libre flujo de comercio, capital e información producirá la mejor base para el crecimiento y el bienestar humano”.

 

                 Petras y Veltmeyer subrayan que cuando el término Globalización es usado en ambas acepciones (descripción y prescripción, o explicación e ideología), ese fenómeno es usualmente presentado “con un aire de inevitabilidad, como algo irresistible”.

 

                 Sobre la base de ese marco referencial, de ese análisis hecho por los autores citados en líneas ut supra, tenemos pues una lectura dividida, concluyen Petras y Veltmeyer, respecto de la perspectiva de la Globalización: De un lado, aquellos que ven la Globalización “como una serie de procesos interrelacionados que tienden a ser interpretados como inevitables” y, por lo tanto, algo hacia lo cual debemos responder, necesariamente, con urgentes ajustes que deben ser hechos a la brevedad. “Para esta perspectiva de la Globalización el tema es cómo un país, o grupo de países, pueden ajustarse a los cambios de la economía mundial e insertarse dentro del proceso de Globalización bajo las condiciones más favorables”.

 

                 De otro lado están “aquellos que ven la Globalización como un proyecto antes que como un proceso inevitable”. Para ellos la palabra Globalización “no constituye un término correcto para descubrir la dinámica de un proyecto que es visto como una herramienta ideológica usada como prescripción, antes que como una veráz o completa descripción” de lo que realmente viene ocurriendo a lo largo y ancho del planeta. En este importante contexto, sugieren los autores, el término Globalización puede y debería ser contrapuesto con un término que encierra una mejor descripción, un mayor valor explicativo y total del fenómeno. Ese término no puede ser otro que “Imperialismo”.

 

                 La cita y referencia de la obra de Petras y Veltmeyer resulta oportuna no solamente para confirmar una vez más “que los politólogos y científicos sociales de los propios países industrializados…hacen uso intensivo del término (Imperialismo), sin sonrojarse” y que además ellos sí “continuan en su proceso de auscultamiento de un fenómeno que es político y económico”(la cita ha sido extraída de la página 3 de mi ponencia sobre Modernización del Aprismo). La cita referencial también resulta particularmente útil para probar que esos dos sectores interpretativos del mundo a que se refieren Petras y Veltmeyer, es decir “Globalistas” y “Antimperialistas”, conviven hoy al interior del Aprismo.

 

                 La mejor expresión del primer sector la encontramos en el texto elaborado por el CONAPLADES,  documento titulado “Agenda del APRA en el nuevo siglo” (texto publicado por “Pueblo Continente”, ver link “Taller de Estudios Antenor Orrego”). En dicho documento, específicamente en su “Marco Doctrinal”, los autores señalan textualmente:

                

        “La fase actual de Mundialización de la economía o de Globalización, es la etapa más avanzada del desarrollo de las fuerzas productivas, una tendencia progresiva del desarrollo humano y, por lo tanto, no cabe oponerse a su realización”.

 

A continuación los autores se remiten, como referencia doctrinal, sintomáticamente, a Anthony Giddens y ejercen una tenue apología a la intervención estatal para alcanzar la justicia social. Ni una línea acerca del Imperialismo. La cita reproducida líneas arriba es entonces reveladora.

 

Otra expresión de esa tendencia, todavía ambigua en él, la encarna un lider a quien aún otorgo el beneficio de la duda porque, lo subrayo, hasta la fecha no tiene un documento escrito que esclarezca su posición en torno al tema. Me estoy refiriendo al propio compañero Alan García Pérez. En efecto, en su discurso sobre “Modernización del Aprismo”, conferencia de 17 de Octubre del 2001 en el Aula Magna (escuchar el audio de la conferencia en “Balcón Andino”, página “El Militante”), García, adentrándose en el tema de la Globalización, nos dice, entre otras cosas, que Haya se hubiera identificado con el Internet, con el celular, con este capitalismo del conocimiento, de marcas y tecnologías. Nos dice que el conocimiento viene hoy a tráves de las computadoras, de nuestra formación, del teléfono y que la información, gracias otra vez al Internet y al satélite, llega en el preciso momento en que se produce y nos convierte en testigos presenciales de la noticia. Es la revolución del conocimiento, subraya García.

 

Es decir, su discurso político-ideológico se reduce, si nos remitimos al marco conceptual a que se refieren Petras y Veltmeyer al iniciar este artículo, a una perspectiva de la Globalización como descripción, en otras palabras como explicación. Se trata pues de una actitud contemplativa del mundo sobre la base de una explicación limitada del impacto de la Globalización en otras partes del planeta, soslayando sus efectos negativos sobre las naciones pobres del sur y, lo que es más grave, ignorando la intencionalidad ideológica que tiene la Globalización como proyecto político, es decir como lo que realmente es en toda su dimensión, y subrayémoslo, “Imperialismo”.

 

Por eso, y en lo que atañe a asuntos domésticos, es necesario esclarecer posiciones en el Aprismo, y a ello contribuye, indudablemente, las conferencias que viene organizando nuestro apreciado compañero y amigo Emiliano Palacios. Pero es importante insistir en la necesidad perentoria de llevar a cabo un congreso ideológico y programático, para debatir, fraternalmente, democráticamente, pero urgentemente, en torno a estas dos tendencias que hoy conviven en el Aprismo.

 

Y decimos que ese debate es urgente, además, porque en el Aprismo persiste un peligroso divorcio entre el análisis socio-político y el económico (el menos intensivo al interior del Partido del Pueblo) teniendo como contexto la escena de la economía mundial. Teorizamos sobre la democracia, el papel de la sociedad civil, la crisis de los partidos políticos, proponemos su modernización. Teorizamos sobre el Parlamento, la leyes de la República, la nación, el Estado, la concertación, el toledismo y su falta de liderazgo. Todo esto está bien. Pero está mal si no arranca de una interpretación de la nueva realidad económica de nuestra época, del cambio dramático que se ha producido en la dirección y localización de la inversión internacional de capitales productivos y la concentración de ingentes recursos en los países industrializados para la inversión en alta tecnología, o la absorción de esos capitales por las coorporaciones internacionales (ver mi ponencia “Reflexiones en torno a al Modernización del Aprismo…”, páginas  4 al 8)

 

Ese es el tema histórico que debería abordar el Aprismo. Lo demás es pirotécnia o evasión. ¿Por qué esta evasión? Porque la tendencia que marca el colapso del sistema capitalista recreado en nuestros países sobre la base de la inversión extranjera revela, además, que el problema relativo a la falta de recursos financieros internacionales en la región, que sean realmente productivos, no es solamente el resultado de equivocadas políticas económicas nacionales que desalientan a los inversionistas extranjeros. Tampoco llegarán esos capitales con las recetas salvajes del Fondo Monetario Internacional (como lo prueban el caso argentino o la economía-ficción chilena, basada en la exportación de recursos naturales). El problema de las inversiones extranjeras es de carácter estructural, relacionado precisamente con las nuevas tendencias  de los flujos de capital internacional localizados en los países industrializados y sus cooporaciones internacionales.

 

Por ello la clase política latinoamericana ha quedado huerfana de alternativas, lactantes ayer de ese flujo de capital hoy localizados en otras partes del globo. Por ello no existe mayor diferencia entre lo que es oficialismo y oposición. Por ello han surgido en Latinoamérica candidatos socialdemócratas que luego han mutado, sin ambages, al neoliberalismo, fracasando estrepitosamente. Por ello esa clase política, carente de imaginación, nos ofrece únicamente resignación, gobernabilidad, democracia republicana y parlamentarismo estéril, o la sintomática reducción o castración de la propuesta integral del Congreso Económico Nacional a un simple consejo consultivo, temerosa de perder su último bastión en el poder liberal que en secreto defienden.

 

Esa clase política ha llegado a su techo. Desnuda por la nueva realidad que no comprenden o no quieren abordar, han reducido la política, como bien lo señala Mohamned Bamyeh en su libro “The Ends of Globalization”, a un simple juego por el poder, políticos por su propio interés, sometidos al cálculo electoral. “Ellos, desnudos por la nueva realidad, han reducido la política a una simple vanidad”.

 

Por esa razón la política debe ser refundada y el Partido del Pueblo inmediatamente reestructurado. Al debate ideológico entre Globalistas y Antimperialistas, debe añadirse la modernización organizativa. Pero no aquella reestructuración “funcional”  que organiza a la clase laboral en agrupaciones de “mototaxistas”, “ambulantes”, “artistas”, “intelectuales”, es decir la llamada “confusión no domiciliada”. Esa es una nueva forma de clientelismo político si esas nuevas fuerzas de la sociedad civil no comparten democráticamente el gobierno del partido, para convertirlos de víctimas a protagonistas del drama político, asumiendo poder de decisión al interior del APRA y legitimando, así, la línea social y antimperiaslista del Partido del Pueblo.

 

Porque la lucha contra todo Imperialismo es y debe ser el norte de nuestros propósitos, nuestro élan vital y la actitud inspiradora en cada día de nuestras vidas.

 

Marco Antonio Flores Villanueva

Boston, 9 de Abril del 2002

Grupo Forum-Aprista, Generacional y Antimperialista

mfloresvillanueva@hotmail.com

 

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