HAYA DE LA TORRE O EL MARXISMO INDOAMERICANO

PRÓLOGO

“42 AÑOS DESPUÉS”

Después de 42 años, he decidido publicar la segunda edición de mi “Haya de la Torre o el Marxismo Indoamericano”. Por tratarse de una obra testimonial, para algunos, clásica, no le he hecho ninguna corrección ni añadido de fondo. Sólo he modificado sustancialmente su presentación externa y subdividido algunos párrafos excesivamente largos, en su primera edición. Sólo, en poquísimos casos, he precisado algunos conceptos, pero sin salirme del marco de presentar únicamente el pensamiento de Víctor Raúl.

ORIGEN DE LA OBRA

 Luego de haber publicado “El pensamiento de González Prada” y “Sorel y Mariátegui”, las que agradaron mucho a Víctor Raúl Haya de la Torre, éste me dijo: has escrito la mayor obra que se haya publicado sobre el pensamiento del Maestro y precursor inmediato del Aprismo y has ubicado históricamente a Mariátegui que jugó un papel importantísimo en la organización del APRA en Lima. No me canso en recomendar tus obras, señalando que con ellas has desvirtuado definitivamente todas las falsificaciones que se hicieron de González Prada y de Mariátegui, durante varias décadas.

Ahora es necesario – y yo, te lo pido – que hagas una síntesis del pensamiento aprista para aclarar todas las últimas que no respetan ni la verdad histórica sobre el origen del APRA, ni el verdadero sentido de su pensamiento y que se han hecho famosas en estos últimos años.

Efectivamente, esta obra la escribí a pedido expreso de Haya de la Torre y por la insistencia tanto de Luis Alberto Sánchez como de Ramiro Prialé. En el fondo, se me pedía que escribiese una especie de apología o defensa del APRA frente a todos los infundios que se publicaban, en esos momentos, sobre su auténtico origen, sobre su pensamiento y sobre el rol histórico que había desempeñado en el Perú, y que tenían como evidente propósito destruir definitivamente al APRA.

Consideré que la mejor defensa que podía hacer era presentar, de modo sistemático y coherente, toda la compleja ideología del APRA que estaba diseminada en muchísimas obras parciales. Pero, indudablemente tuvo, como objetivo inmediato, dar una respuesta que no respetan ni la verdad histórica sobre el origen del APRA, ni el verdadero sentido de su pensamiento y que se han hecho famosas en estos últimos años. Efectivamente, esta obra la escribí a pedido expreso de Haya de la Torre y por la insistencia tanto de Luis Alberto Sánchez como de Ramiro Prialé. En el fondo, se me pedía que escribiese una especie de apología o defensa del APRA frente a todos los infundios que se publicaban, en esos momentos, sobre su auténtico origen, sobre su pensamiento y sobre el rol histórico que había desempeñado en el Perú, y que tenían como evidente propósito destruir definitivamente al APRA. Consideré que la mejor defensa que podía hacer era presentar, de modo sistemático y coherente, toda la compleja ideología del APRA que estaba diseminada en muchísimas obras parciales. Pero, indudablemente tuvo, como objetivo inmediato, dar una respuesta a las publicaciones anti-apristas que fueron apareciendo en la década de los setenta sobre el Origen del APRA y su contenido doctrinal. Sobre todo, significó una crítica a las obras de Klaren, de Bonilla, de Matos Mar y otras de menor nivel.

Víctor Raúl conoció y aprobó tanto el título como el plan de la obra. Y parodiando su título me señaló que debía publicar otra obra que debería denominarse “Antenor Orrego o la filosofía indoamericana”, para hacerle justicia al mayor filósofo que ha producido la América Latina. Se lo prometí, pero lamentablemente debo reconocer que todavía no he cumplido con mi promesa.

EL APRA EN SU “FIERI” (HACERSE).

Haya me insistió en que debía dejar plenamente asentado que las dos grandes fuentes, para la creación del APRA, fueron el Marxismo auténtico y no el “congelado” y el pensamiento anarquista o libertario que fuera difundido en el Perú e Indoamérica por Don Manuel González Prada, tal como él lo había testimoniado en la Introducción a sus “Obras Completas”. Lamentablemente, el Maestro Haya de la Torre no vio la obra terminada, pues se publicó un año después de su muerte. Pero en su redacción conté con el generoso asesoramiento de Luis Alberto Sánchez, de Ramiro Prialé y de Luis Heysen.

Lo primero que se debe tener presente es que la filosofía, la doctrina y la ideología apristas no surgieron como un todo plenamente terminado en un momento histórico, se fueron haciendo y precisando durante años. Lo mismo ha sucedido con todos los grandes sistemas y teorías filosóficas y científicas que han aparecido en la historia. Por ejemplo, las teorías científicas de la relatividad y de los “quanta” surgieron a partir de 1906, tuvieron su primera gran corrección en 1916, y se fueron fueron perfeccionando durante décadas. Incluso todavía no están concluidas en el 2022. Continúan perfeccionándose y precisando, entre otras razones, para que sean compatibles entre sí, pues una se aplica fundamentalmente al mundo macroscópico y la otra al microscópico, y cuando se les trata de aplicar en el otro nivel, dejan de ser coherentes. La misma dogmática y teología cristiana requirió más de un milenio para que se considere casi definitiva, con sus respectivas marchas y contramarchas, tanteos, dudas y vacilaciones, y continúa con su tarea de precisión. Sólo lo muerto ya no se modifica, ni se precisa.

En resumen, el APRA, al igual que el Marxismo y el Anarquismo, requirió muchas décadas para su formulación, la que nunca será definitiva, porque es una realidad, y la realidad sólo se da en el devenir. Durante años se requirió pensar y repensar, donde siempre se hacen presente “los tanteos, las dudas y las vacilaciones”, vacilaciones”, que son propias incluso del quehacer científico, tal como lo puso en evidencia Karl Popper.

DISTINGUIR ENTRE LO SUSTANCIAL Y LO ACCESORIO Y COYUNTURAL.

En la segunda edición de mi penúltima obra publicada, “El APRA entre dos orillas: ochenta años de Aprismo”, en el capítulo preliminar, analizo las diversas etapas por las que atravesó el pensamiento de Haya de la Torre. Se trata de un pensamiento vivo y real, y que, por lo tanto, jamás se “congeló”. Permanentemente se fue haciendo y precisando. Lo importante es encontrar las grandes directrices, objetivos y propósitos que se fueron desarrollando a lo largo de su evolución y “fieri” (hacerse). Como dijo Jaspers, al tratar de la evolución del pensamiento de Nietzsche, hay que distinguir lo principal y permanente de lo que sólo expresa un condicionante histórico.

En mi obra, hago una síntesis del pensamiento de Haya de la Torre que se propuso ser lo más fiel posible a su ideario en permanente devenir, sin caer en dogmatismo alguno que atentase contra su espíritu eminentemente dialéctico. Creo que el lector podrá apreciar la coherencia de su propuesta en lo medular de su sistema, sin que, por ello, se le escape, que muchos de los condicionamientos históricos fueron cambiando a través del tiempo. Si se fue precisando su pensamiento, se debió a que no lo estaba ni lo podía estar inicialmente.

El devenir del pensamiento de Víctor Raúl fue de gran profundidad, se apoyó en las nuevas concepciones filosóficas y científicas que llegaron a su plena formulación en la Universidad de Oxford, precisamente cuando él estudiaba en dicha Universidad. Mientras

Lenin apoyó gran parte de su sistema en teorías filosóficas y científicas que ya, en ese momento, eran anacrónicas, Haya formuló su teoría política partiendo de las nuevas teorías filosóficas, científicas, lógicas y matemáticas que estaban surgiendo en Europa. En ese contexto, su doctrina política es sumamente lógica y coherente, pero con las limitaciones de todo lo científico y humano, que siempre se ubica en un espacio-tiempo-histórico determinado que va cambiando en el tiempo.

El gran pensador renacentista Jordano Bruno, quemado vivo en la hoguera por la Inquisición, señalaba que, para fundamentar cualquier hipótesis o su contraria, se podían encontrar tanto citas bíblicas como de los Padres de la Iglesia, pero fuera de su contexto. Lo mismo se puede decir de Haya de la Torre. Es necesaria la “exégesis” que significa, en el fondo, ubicar un pensamiento en su espacio-tiempo-histórico determinado y no en otro, o como se decía en otra época en su “hic et nunc” (aquí y ahora). Ello es válido para todo sistema: el hegeliano, el marxista, el aprista y hasta el cristiano.

 Hay que reconocer que algunas cosas que señaló Haya de la Torre, y que no pertenecen a lo medular de su pensamiento y que sólo los enunció en una etapa de su evolución doctrinaria para no volverlos a repetir jamás, sólo están dentro de lo coyuntural histórico y nada más.

EL ESTADO ANTIMPERIALISTA VERSUS EL CONGRESO ECONÓMICO.

Por ejemplo, en un momento muy corto, habló del Estado antimperialista que, por definición, señalada por el mismo Haya, requiere del capitalismo de Estado. Ello significa que el Estado debería ser el único propietario, por lo que se debería expropiar todo lo privado, para convertirse en el único creador de riqueza, lo que llevaría a la negación de las libertades democráticas, aunque dentro de una etapa de transición. Pues bien, ello significa la negación de todo el programa aprista formulado no en una pequeña etapa, sino a lo largo de décadas, por el propio Haya de la Torre. Por ejemplo, el “Congreso económico” es incompatible con el Estado antimperialista y el capitalismo de Estado en el que se sustenta.

Uno de los sofismas más comunes que se expresan en la actualidad es no distinguir entre lo que es la denotación de un término y lo que es la connotación, la que se ubica dentro de un espacio-tiempo-histórico determinado. Por su denotación, el termino imperialismo significa ambiguamente muchas cosas, por lo que es indispensable conocer lo que connota en un contexto determinado o en una cita que se haga de Haya de la Torre.

A partir del siglo XX, el término “imperialismo”, en su connotación, significa una etapa de la historia económica y política, vinculada a la etapa expansiva de la revolución industrial, donde las metrópolis industriales se ven obligadas a exportar sus productos, su capital y hasta su tecnología para evitar esa crisis pletórica de sobre abundancia de la producción que llevaría a que se implante el socialismo, como lo señalaron Fourier y Marx. Por ello, se debía convertir a los países pobres en sólo exportadores de la materia prima y plenamente importadores de los productos terminados. Además, para obtener más beneficios debían dirigir, entre bastidores, la política de esos pueblos. En ese contexto, sería legítimo, por su denotación, hablar de imperialismo griego o del romano. Pero, ello no se puede hacer por su connotación, porque significaría un anacronismo histórico.

En muchos términos precisos, vinculados esencialmente a las diversas teorías históricas, científicas, sociales y hasta religiosas, lo que se debe aplicar es fundamentalmente la connotación. Al utilizarlos sólo por su denotación se hacen ambiguos, incoherentes y hasta equívocos, desembocando en seudos problemas y en contradicciones. No interesa lo que denota la teoría del “Estado Antimperialista”, lo que prima es la connotación que le dio Víctor Raúl, que lo vio como el lógico resultado de la plena implementación, aunque sólo provisionalmente, del Capitalismo de Estado.

Mientras que del Estado antimperialista y del Capitalismo de Estado en el que se apoya, Haya habló en una etapa muy corta de su pensamiento. A lo largo de todo su pensamiento posterior, condenó toda forma de Capitalismo de Estado, por implicar la plena negación de todas las libertades, públicas y privadas, políticas y económicas. Frente al Estado antimperialista, que para él era producto del transitorio Capitalismo de Estado, propuso propuso el Estado de concertación que se apoya en el Congreso Económico.

Lo que si permanecerá vigente es su posición antimperialista, que incluso lo obligó a modificar aspectos sustanciales del marxismo, al señalar, por ejemplo, que el antimperialismo es incompatible con la lucha de clases propuesta por Marx para una realidad que no es la nuestra. La lucha de clases para un pueblo que tiene que luchar contra el imperialismo deviene en la lucha de pueblos y requiere de un frente de clases.

 ENGELS Y EL APRA.

Haya de la Torre, por haber sido un hombre ubicado en una etapa histórica, tenía también que sufrir el impacto de algunos prejuicios de su época, como sería el de los “ídolos de teatro”, magistralmente descritos por Francisco Bacon. Los ídolos de teatro son producto o de la excesiva influencia de grandes pensadores o de pensadores sólo de moda, que o impiden ver los nuevos signos de los tiempos o a interpretarlos de acuerdo a un espacio-tiempo-histórico que ya cumplió su ciclo, por lo que debe desaparecer.

Es lo que sucedió con la presencia de Engels en Haya de la Torre. Efectivamente, Haya de la Torre llegó al marxismo a través de las obras de Engels, quien tuvo una influencia determinante en su pensamiento marxista inicial. Incluso el joven Haya se apoyaba en obras de Engels que manifiestan un anacronismo filosófico y científico. Pero en ese momento, Engels era considerado el co-autor del Marxismo, y su influencia fue mucho mayor, en el Marxismo-Leninismo, que la del mismo Marx, lo que es reconocido incluso por Antonio Gramsci.

Desde antes de 1940, se tiene una actitud muy crítica frente al pensamiento filosófico y político de Engels, no así en el campo económico, donde unánimemente se le sigue reconociendo su gran importancia histórica. Pues bien, la crítica al papel parcialmente nefasto que tuvo Engels en la construcción del marxismo-leninismo fue iniciada por los grandes pensadores marxistas o simpatizantes de Marx. Por poner algunos ejemplos, ello fue analizado por Bertrand Russell, Sartre, Croce, Camus, Althusser, Gramsci, Sorel, etc. Incluso, en mi obra “Sorel y Mariátegui”, señalo que, por la influencia de Sorel, el Amauta no cita ni se apoya, en ningún momento, en Engels.

No podemos, sin embargo, generalizar simplistamente. No se puede ni se debe desconocer la importancia que tuvo Engels en la formulación y el desarrollo del Marxismo, a punto que es incomprensible sin él. Pero, lo que con razón se le crítica a Engels es básicamente lo siguiente:               

EL RELATIVISMO DIALÉCTICO Y EL RELATIVISMO TRASNOCHADO.

La dialéctica hegeliana es muy coherente conceptualmente y es la la coronación, de todo el desarrollo del pensamiento occidental anterior. No tiene nada que ver con las ingenuidades y el simplismo que le hacen decir los seguidores del Marxismo-Leninismo. Todo ello lo he analizado en mi obra “El APRA entre dos orillas”, a la que me remito.

Estrechamente vinculada con la dialéctica, está el tema del “relativismo”. Indudablemente todo lo existente es relativo a algo, lo que incluso se manifiesta en la misma teoría del lenguaje: no hay objeto ni términos sin relaciones. Históricamente se han dado muchos tipos de relativismo, algunos coherentes y científicos y otros no. Pues bien, el Aprismo debe ubicar correctamente la aplicación de dicho término, como también la dialéctica hegeliana y la riquísima teoría del espacio-tiempo-histórico. Debe hacerlo a partir de la epistemología y la teoría de la ciencia actual.

REPENSAR EL MARXISMO Y REPENSAR LA SOCIEDAD.

Sobre estos puntos, creo que es importante analizar y comentar el conciso artículo “Repensar el Marxismo, repensar la sociedad” del destacado maestro mexicano Joaquín Sánchez Macgrégor, profesor de la Universidad Autónoma de México, y publicado en el N° 3 de la Revista “Cuadernos Americanos”, correspondiente a mayo-junio de 1985. Su título es más que sugestivo. Fue publicado después que apareciese mi obra “Haya de la Torre o el Marxismo Indoamericano”, pero cerca de veinte años antes que “El APRA entre dos orillas”, escrito antes que leyera dicho artículo, y cuya segunda edición acaba de publicarse en Amazon (USA). Creo que dicho artículo coincide, en lo sustancial, con mis obras sobre el Aprismo.

El título del ensayo es sumamente sugerente. El repensar el marxismo nos lleva a repensar la sociedad en la que vivimos, y la posición política que asumimos para transformarla. Más todavía, si se tiene en cuenta que la confrontación entre marxismo y anti-marxismo define gran parte de la historia contemporánea del pensamiento político no sólo occidental, sino mundial. El mundo se encuentra frente a la agresividad inhumana y explotadora del capitalismo neo-liberal y frente al mal llamado comunismo que se propone reprimir las libertades políticas y los derechos humanos, y sumirnos en la pobreza generalizada. Son las dos orillas entre las que se encuentra no sólo el APRA, sino el mundo.

El maestro Joaquín Sánchez precisa que la visión histórica que supera a todas las otras, al decir de Heidegger y de Sartre, es sólo la de Marx, pero sus grandes temas sólo fueron enunciados, pero no desarrollados íntegramente, lo que permitió las desviaciones de Engels y de Lenin. Lo que sucede es que, la Historia demuestra que ningún pensador que paralelamente se haya dedicado a la política práctica y activa, ha podido concluir un sistema académico, partiendo de sus grandes intuiciones.

En el fondo, todo el problema político se reduce a asegurar la participación del pueblo en las grandes decisiones que debe tomar la sociedad y es, en ello, donde se sustenta la auténtica democracia. Este esfuerzo de plena participación tiene una triple meta:  

Utilizando los diagramas de Venn, difundidos por la lógica matemática actual, Joaquín Sánchez señala que el sistema social está conformado por la convergencia de tres sub-sistemas: el económico, el político y el cultural. Lo económico continúa siendo considerado como la base del sistema, pero no la totalidad del mismo. Del mismo modo, como los pies son la base de nuestro organismo, pero no su totalidad: los pies no son ni el corazón, ni el cerebro.

Para el mexicano Sánchez, la historia económica, política y cultural pone en juego toda la estructura del sistema social, por lo que concluye:

Hay que evitar la reducción a extremos inaceptables y anti-dialécticos: ni la historia es sólo producto de la decisión de héroes individuales, ni la historia es forjada sólo por sus leyes internas que se imponen a la realidad. Ambas aisladas sólo asisten, pero sin tener acceso a la toma de las decisiones finales.

Para el maestro Joaquín Sánchez, el destino de nuestro planeta está amenazado no sólo por la contaminación ambiental, sino también por la política que se inserta en lo social, lo que fue evidenciado en la obra de Toynbee: “La civilización puesta a prueba”.

Sánchez cita a Koestlev que, en palabras que nos recuerdan a Haya de la Torre, nos dice:

“Si se me pidiera que citase la fecha más importante de la historia y de la pre-historia de la raza humana, diría sin vacilaciones: el 6 de agosto de 1945. La

razón es sencilla: desde los albores de la humanidad hasta el 6 de agosto de 1945, el hombre tuvo que vivir con la perspectiva de la muerte en tanto individuo. A partir del día en el que, la primera bomba atómica eclipsó el sol en Hiroshima, la Humanidad en su conjunto tiene que vivir con la perspectiva de su extinción como especie”,

ENTRE DOS ORILLAS.

En ese contexto, la Humanidad no se encuentra frente a una alternativa, también ella está entre “dos orillas”. Se requiere la conjunción de dos exigencias:

1)     La posición anti-imperialista, que mantiene su vigencia dentro del actual sistema de la globalización, que nos obliga a enfrentarnos al neo-liberalismo.

2)     El buscar una convivencia pacífica entre los polos del poder mundial, y su complejo complejo sistema de contradicciones, que no se pueden reducir simplistamente a una tesis y a una antítesis. Lo que nos obliga a enfrentarnos al comunismo.

Como señala Kolajovski, en su obra “El hombre sin alternativa”, para salir de este aparente callejón sin salida, en la que se encuentra la humanidad, se requiere:

“… una actitud mental caracterizada por el racionalismo radical del pensamiento, por la lucha decidida contra toda mitología en la ciencia, por la implacable laicización de la concepción del mundo, y por un amplio criticismo, por una desconfianza frente a las doctrinas construidas y los sistemas cerrados, y por la plena apertura del pensar...”.

Para el maestro Joaquín Sánchez, es imperioso que tomemos conciencia que vivimos en una “democracia ficticia”, que abarca lo económico, lo político y lo cultural. Debemos buscar los caminos para llegar a una democracia real, partiendo de la actual tecnología que, al decir de Jaspers, será el nuevo punto de partida del nuevo “tiempo-eje” del que surgirá la nueva era histórica que se avecina.

Ello requiere una revolución que abarque toda la complejidad de lo humano y de lo social, a través de un nuevo tipo de Estado, donde el poder del dinero y del capital sean contrarrestados por el poder del trabajo y de la sociedad, por lo que es indispensable el “Congreso económico”, del que surgirá un nuevo Estado: el Estado de la concertación.

Como bien señala Joaquín Sánchez, el Estado jamás podrá conquistar lo universal, como lo exigía la inconsistente teoría de la “dictadura del proletariado”, puesto que, como todo poder, significa desigualdad. Se requieren las mediaciones electorales y el control, por parte de la sociedad, de los poderes políticos y económicos, por lo que Sánchez concluye:

“En conclusión: al actualizar el discurso sobre el poder, se repiensa al marxismo y a la sociedad, rebasando el simple discurso anti-capitalista al pregonar el acceso pleno a la toma de decisiones, a través de una nueva democracia”.

Todo lo dicho coincide plenamente con lo que el APRA viene sosteniendo, desde hace ya cerca de cien años.

ALGUNAS PRECISIONES.

En la presente obra sólo me dedico a expresar el pensamiento del Haya de la Torre histórico, por lo que no hago juicios valorativos. En cambio, en mi obra posterior: “El Apra entre dos orillas; ochenta años de Aprismo”, analizo histórica y conceptualmente tanto las tesis apristas como las de las fuentes de su pensamiento. Me propuse también describir lo que en ellos hay de permanente, gracias a su espíritu y a sus propósitos, y lo que, en la letra, se han hecho indudablemente obsoletos. Pero sin esta obra, no se podría entender íntegramente la segunda.

Una última acotación. He señalado que no he querido cambiar nada de lo sustancial de la obra, tal como fue publicada en 1980. Por lo que se sigue repitiendo que formalmente no pertenezco al APRA, porque no estaba inscrito por propia voluntad. Lo que dejó de ser cierto en 1992, cuando el APRA estuvo nuevamente perseguida, y simultáneamente la dirigencia partidaria y sus representantes al Congreso apoyaron la inconstitucional “acusación constitucional” de la que fui víctima durante tantos años, llevándome a la quiebra económica y causándole un daño irreparable a mi familia.

Durante años sufrí una persecución implacable, donde sólo recibí el apoyo y la solidaridad del ala más de izquierda del país, con los que hasta ese momento me había enfrentado por defender al APRA, pero en esos momentos, de modo espontáneo, fueron los que me defendieron del PAP (Partido Aprista Peruano). Ello, tal vez, esplique la tardanza de esta segunda edición, que fue escrita básicamente para desautorizarlos. Deseo agradecer infinitamente a todos ellos. De modo especial, a Jorge del Prado, quien fue Secretario General del Partido Comunista Peruano durante décadas, al ex-alcalde de Lima, quien en algún momento fue estalinista, Alfonso Barrantes, al poeta comunista Gustavo Valcárcel, al poeta socialista César Calvo y al ex-congresista marxista Breña Pantoja que me defendió en el Congreso, cuando la célula parlamentaria aprista votó a favor de mi acusación.

 A Dios gracias, siempre permanecí de pie y desafiante, con la cabeza erguida, como cuando le dije al Congreso en pleno, mirándolos mirándolos fijamente y parodiando a González Prada: “No he venido a defenderme, he venido a poner en la frente de cada uno de ustedes un sello de indeleble ignominia”. Al final se me hizo justicia legalmente, pero no he recibido compensación alguna frente al hecho que esa inconstitucional y falsa acusación me llevó a la quiebra económica y destruyó mi carrera profesional, años antes de cumplir los 50 años.

Fue en esos momentos en que me hice formalmente aprista. Si algún epitafio se dijera después de mi muerte, desearía que fuese: “fue tercamente leal al APRA”.

Lima, 15 de junio del 2022.

Hugo García Salvattecci

Nota: Deseo dejar constancia de mi agradecimiento a dos compañeros y amigos: Omar Gandarillas y Johan Otoya Calle, por la invalorable ayuda que ha hecho posible esta segunda edición.

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Prólogo publicado por www.pueblocontinente.com con el permiso expreso del autor.